El desmantelamiento de la Universidad PĆŗblica Colombiana ha sido un proceso paulatino, cuyo comienzo puede observarse, cuando menos, desde la Ley 80 de 1980, ley que allanó el camino a la antidemocracia al Interior de los claustros universitarios, al despotismo por parte de las directivas y a la violación a la autonomĆa universitaria; posteriormente, la Ley 30 de 1992 restringió la posibilidad de que la nación disfrutara de Universidades PĆŗblicas, entendiendo el carĆ”cter pĆŗblico de estas instituciones como aquel que deviene de la total y adecuada financiación por parte del Estado, hecho que redunda en educación de altĆsima calidad y gratuita capaz de garantizar el acceso a quienes demuestren capacidades acadĆ©micas idóneas.
Dos dĆ©cadas de rĆ©gimen de la Ley 30 de 1992 han avocado a la mĆ”s aguda crisis financiera a la Universidad PĆŗblica colombiana. La formula de asignación presupuestal para los claustros universitarios asignó recursos claramente insuficientes, que condujeron a la merma de la capacidad de la Universidad PĆŗblica para responder a las demandas de la sociedad, en tĆ©rminos de cobertura, acceso gratuito y calidad imposibilitando asĆ la consolidación de la Educación Superior como un Derecho. El marchitamiento financiero de las Universidades PĆŗblicas incluso hizo mella en su capacidad de responder con sus obligaciones, convirtiĆ©ndose Ć©ste elemento como la principal causa del desmantelamiento de los programas de bienestar, el deterioro de la calidad acadĆ©mica, el aumento de los costos de matrĆcula, el desplome de los sistemas de seguridad social al interior de los claustros universitarios, seguido de procesos agresivos de tercerización laboral y el desmonte de las garantĆas laborales de docentes y trabajadores.
La injerencia directa del Gobierno Nacional y de los Gobiernos Departamentales al interior de las claustros universitarios, ha conducido a la consolidación de estructuras orientadas por intereses ajenos a los de la universidad, desconociendo que la autonomĆa reside en los estamentos que componen la comunidad universitaria y que por tanto estos estamentos deben ser quienes definan el rumbo de la universidad, quienes desconocen Ć©ste principio han tomado por asalto las universidades pĆŗblicas, desechando la democracia como principio rector y garante de la autonomĆa universitaria.
Queda claro que la Universidad PĆŗblica atada a un proyecto de nación propio se ha desdibujado, su papel y ante todo su carĆ”cter pĆŗblico es puesto en cuestión por el proyecto de nación hegemónico, un proyecto dictado desde Washington y desde los grandes centros financieros del mundo, donde a travĆ©s de Tratados de Libre Comercio y de la extorsión crediticia se define el rumbo de la nación con el Ć”nimo de abrirle nuevos nichos de negocios al gran capital que le permitan dar un respiro al sistema de acumulación en la crisis que afronta actualmente, un modelo de nación que se abre paso sobre la destrucción del aparato productivo nacional, que perpetĆŗa el estado de guerra, la represión y las violaciones a los Derechos Humanos, pues entiende que el pensamiento crĆtico, la protesta social y la unidad del pueblo colombiano son la principal amenaza para su conservación.
El modelo de nación que se abre paso no puede ser mejor que el modelo de educación que se ha venido construyendo en Colombia El saqueo de los recursos naturales y la adecuación de cada uno de los sectores de la producción humana a intereses forÔneos y monopolistas se han convertido en la regla para definir los destinos de la nación, una nación que vive en función del gran capital financiero y cuyos principales gastos son la deuda y la guerra, este proyecto de nación queda plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo de Juan Manuel Santos, en donde 40 de cada 100 pesos serÔn puestos por el sector privado, dejando claro que mÔs que un Plan de Desarrollo, éste constituye un Plan de Inversiones para el gran capital.
La desastrosa situación de la Universidad Pública se refleja en la dramÔtica situación que padecen cientos de miles de estudiantes principalmente de Universidades Privadas, quienes han sido empujados hacia las fauces del sector financiero a fin de hacerse a leoninas deudas so pena de no acceder a la Educación Superior, dejando claro que quienes mÔs padecen la paulatina privatización de la Universidad Pública son quienes no pueden acceder a ella, hecho que se ha reflejado cada vez de manera mÔs clara en las movilizaciones estudiantiles, que se nutren y vitalizan con nuevos sectores.
Ante la nueva Ley de Educación Superior propuesta por el Gobierno de Juan Manuel Santos con el propósito de garantizar la adecuación del paĆs a las exigencias del Tratado de Libre Comercio firmado con Estados Unidos, propuesta que constituye la mayor amenaza que haya conocido la Educación Superior Colombiana y en particular la Universidad PĆŗblica, el movimiento estudiantil debe hacer esfuerzos impostergables a fin de brindar una hoja de ruta y una propuesta polĆtica mĆnima que unifique al resto del estudiantado, a los demĆ”s sectores que componen la comunidad universitaria y a los demócratas de la nación colombiana a fin de derrotar completamente la propuesta privatizadora que hoy se abre paso con Juan Manuel Santos.
Hoy es los estudiantes universitarios nos movilizamos y convocamos a la gran marcha nacional este 7 de septiembre en contra de la ley santos de educación superior el deterioro de la autonomĆa universitaria, la militarización de los campus universitarios.
*Tomado de: Prensa Universidad
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