En Colombia podemos reconocer que hay conflicto. Sí,
Sabemos que diariamente muere gente inocente. Sí, Sabemos que hay
desplazamiento forzado. Si, marchamos por las venas asfaltadas de una ciudad,
por las calles destapadas de los pueblos, por las trochas de piedra de las
veredas, marchamos gritando y diciendo “no más”, sí ¿y qué pasa? en nombre de
estas maneras colectivas de percibir, de sentir, hacemos un llamado para
buscar ese amor, no sólo con aquellas y aquellos cercanos, sino con
la comunidad en general.
Hoy, las mujeres seguimos siendo botines de guerra y
no sólo lo padecemos las que vivimos en el casco urbano, sino también aquellas
que residen en los pueblos y en las veredas, donde no se narran los hechos de feminicidio porque
el miedo se ha vuelto viral, porque los hechos hablan sin tener replicas. Un
ejemplo claro nos lo dibuja Guapi con su realidad, donde en menos de dos meses
a las chicas transexuales visibles (al igual que las
personas homosexuales) les tocó desalojar el pueblo porque de lo
contrario se les mataría.
No sé si esto nos esté pasando sólo a nosotros los
Bogadores del pacífico, o si este tipo de situaciones que ya hacen parte
de la inmediatez cotidiana, con el devenir del tiempo de alguna u otra
forma nos han curtido; sin embargo, consideramos que nuestras acciones se
pierden con el transcurrir de los días y hasta ahí queda nuestra vehemencia,
nuestra furia generada por la deshumanización de la realidad colombiana y por
supuesto la del Pacífico, que nos golpea y lacera la dignidad; que destroza la
vida, la sociedad, la cultura y la economía.
Al igual que los miles de negros del pacifico que en
los ingenios azucareros vallecaucanos se enfrentan día a día a degradantes
condiciones de trabajo: subcontratación, inestabilidad laboral, mecanización
de los ingenios que lanzan todos los
días a cientos de trabajadores a las calles, jornadas de trabajo más largas por
menos salarios, básculas manipuladas que hacen que cada vez pese menos la caña
que se corta… indignación? Es lo menos que podemos sentir frente a esta
deshumanización.
Hacemos el llamado a nuestro Estado, -si es que lo hay
y si es que es nuestro- porque sabemos, vemos y conocemos la falta de interés y
de voluntad y la indiferencia del gobierno nacional, departamental y local ante
las problemáticas que azotan nuestras regiones. Necesitamos soluciones. También
las y los invitamos a que se detengan un instante y reciban con asombro y dolor
el asesinato de dos Guapireños que una vez más engrosan la lista de muchas y
muchos desafortunados a quienes se les apagó luz injustamente, ya que ellas y
ellos no hablarán, pero usted sí.
Consideramos que usted, sí. Usted, al que también le
arden las entrañas al ver y escuchar todo lo que pasa en el pacífico y lo que
en estos momentos ocurre en Guapi, Timbiquí, Buenaventura y el norte del Cauca,
se unan para que esta lucha no sea de unos cuantos, que esta vez el crujir de
las piedras sea testigo del cambio y no de lamentos rutinarios que no nos
sorprenden cada día.
Estando en el mes de Agosto y precisamente
aprovechando el marco del Festival Petronio Álvarez, invitamos a todos los medios de comunicación a
que nos acompañen en esta lucha por visibilizar una problemática latente que en
ocasiones no cabe en la selección de noticias que los medios masivos divulgan,
no es un muerto mas, no es una bomba más, no es un pueblo más que se desgarra,
que llora, es NUESTRO pueblo, que exige soluciones, que exige se busquen
salidas a este conflicto social y armado que
desangra nuestro pueblo, sino lo
hacemos nosotros no lo hará un medio de comunicación centralizado que ve su
realidad desde una perspectiva ajena a la que hemos vivido y sentido nosotros.
Bogando el Pacífico
NI
UN MUERTO MAS POR DESIDIA, DESINTERÉS, OMISIÓN U OLVIDO DEL GOBIERNO EN EL
PACIFICO!
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