“La misión de los medios privados es recoger elementos fragmentados de la cotidianeidad y elaborar con ellos un universo virtual de verdades aceptadas por la audiencia. Son dioses mediĆ”ticos, cuyos discursos evaden la exigencia de la argumentación y el debate".
En REMAP consideramos de vital
importancia los trabajos periodĆsticos cuya investigación y seriedad en el
manejo de las fuentes de información invitan al ejercicio del periodismo
independiente y responsable, al tiempo que provocan en los lectores la
necesidad de formar un criterio autónomo frente a los hechos, en este caso
especĆfico, frente a lo que ocurre en Colombia. Superar la manipulación dada a
la información y la imposición ideológica de los grandes medios privados del
paĆs, requiere del desarrollo de procesos donde la sociedad colombiana pueda
identificar aquello que le oprime. Es un
trabajo que demanda tanto de la creación de medios de comunicación alternativos
y populares, como de la formación de un nuevo tipo de “pĆŗblico” que en forma
autónoma busque, investigue y acuda a los datos y testimonios de la realidad
colombiana que continuamente es borrada y tergiversada por los medios masivos del
capital privado.
El siguiente trabajo periodĆstico, El periodismo colombiano a la luz del conflicto colombiano, es una invitación a lo anterior, una investigación de varios meses realizada por Jairo Marcos, donde el lector deberĆ” analizar las fuentes (entre las que se encuentra REMAP), los testimonios y, posteriormente, continuar investigando para tener una opinión autónoma frente lo expuesto por el autor:
El periodismo colombiano a la luz del conflicto armado
Tras 60 aƱos de guerra, la narrativa mediĆ”tica de Colombia estĆ” sazonada de lĆ”grimas propias y ajenas. Medios colombianos de diferente peso y altura debaten sobre el papel que juegan en el camino hacia la paz transformadora: nuevos y tradicionales, masivos y alternativos, confesos partidistas y objetivos. El propio presidente Juan Manuel Santos ejerció la profesión, sobre la que su antecesor en el cargo, Ćlvaro Uribe, afirmó que solo hay dos tipos de periodistas: los enemigos y los amigos del terrorismo.
Tras 60 aƱos de guerra, la narrativa mediĆ”tica de Colombia estĆ” sazonada de lĆ”grimas propias y ajenas. Medios colombianos de diferente peso y altura debaten sobre el papel que juegan en el camino hacia la paz transformadora: nuevos y tradicionales, masivos y alternativos, confesos partidistas y objetivos. El propio presidente Juan Manuel Santos ejerció la profesión, sobre la que su antecesor en el cargo, Ćlvaro Uribe, afirmó que solo hay dos tipos de periodistas: los enemigos y los amigos del terrorismo.
Colombia se desangra. Lo lleva
haciendo mƔs de 60 aƱos, en lo que se ha convertido en el conflicto armado mƔs
longevo del continente americano. El paĆs cafetero vive momentos de tensa
coyuntura. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - EjƩrcito del
Pueblo (FARC- EP) y el Gobierno son comensales de la misma mesa de negociación.
No es la primera vez. El paĆs entero espera que sea la Ćŗltima. Lo cuentan dĆa
sĆ y dĆa tambiĆ©n los medios de comunicación. Periódicos, revistas y semanarios,
canales radiofónicos y televisivos, asà como nuevas y veteranas plataformas de
cuño digital desgranan el menú diario que se cuece en La Habana (Cuba), adonde
se trasladaron en noviembre los diƔlogos de paz tras una primera toma de
contacto en Oslo (Noruega).
La narrativa mediƔtica estƔ
sazonada de lƔgrimas ajenas y propias. Porque la hemorragia colombiana
arrastra voces de informadores: 140
profesionales han perdido la vida desde 1977. El Ćŗltimo en 2012. La muerte de
Guillermo Quiroz fue el hecho mÔs grave de un ejercicio en el que la Fundación
para la Libertad de Prensa (FLIP) registró 158 agresiones directas contra
periodistas. La Fuerza Pública (compuesta por el Ejército, la Fuerza Aérea, la
Fuerza Armada y la PolicĆa Nacional) serĆa la responsable de 31 de los casos
–de los que solo uno ha sido sancionado–, Ćŗnicamente por detrĆ”s de los hechos
atribuidos a los particulares (44) y por delante de los imputados a las
“bacrim” (bandas criminales emergentes, 18), la insurgencia (9), los funcionarios
pĆŗblicos (5) y los paramilitares (4). En el resto de los casos (44), se
desconoce la autorĆa.
Desde 1977,140 profesionales han sido asesinados
Colombia es hoy “uno de los
paĆses mĆ”s peligrosos del continente
americano para el ejercicio de la profesión”, denuncia el Ćŗltimo informe
de Reporteros Sin Fronteras (RSF)[1], que ubica este paĆs en el puesto 129 de 179 en cuanto a la libertad de
prensa. La radiografĆa que hace la FLIP en De
las balas a los expedientes[2] ofrece el mismo diagnóstico: “Sigue siendo uno de los paĆses mĆ”s
peligrosos para ejercer este oficio, especialmente en el Ć”mbito local”. La
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) prolonga el dictamen: “Las amenazas se
han vuelto permanentes. Desde la iniciación de los diÔlogos de paz en La
Habana, aumentaron las acciones bƩlicas, lo cual genera un aumento de las
situaciones de riesgo para los periodistas[3]”.
El Ćndice de Libertad de Expresión y Acceso a la Información PĆŗblica en
Colombia[4] corrobora desde finales de 2012 estos pronósticos. La impunidad es la
dimensión mÔs preocupante de las cuatro observadas, pues permanece sin castigo
el 87 % de los asesinatos a informadores registrados; las otras tres son el
acceso a la información, el ambiente para la libertad de expresión y las
agresiones directas. TambiƩn destaca la autocensura por el miedo a la
violencia, al cierre de medios y a los despidos. Y las denuncias ante la
Justicia a quienes publican temas incómodos cada vez son mÔs frecuentes, en un
fenómeno conocido como “acoso judicial”: “Su objetivo no tiene que ser la
condena del periodista, basta con obligarlo a tener que responder frente a los
jueces y someterlo a un proceso extenso, desgastante y engorroso”, subraya la
FLIP en Fuera de juicio[5].
Este retrato en crudo del
periodismo colombiano languidece todavĆa mĆ”s cuando el pie de foto especifica
que es una profesión que protege la salud de toda sociedad. “La prensa es por
excelencia el instrumento democrĆ”tico de la libertad”, afirmaba el filósofo francĆ©s
Alexis de Tocqueville. Lo corroboraba Naciones Unidas en 1946, manifestando que
la libertad de información es un derecho fundamental y la piedra angular de
todas las libertades. “Sin periodistas, no hay periodismo; sin periodismo, no
hay democracia”, rezaba el lema de la Federación de Asociaciones de Periodistas
de EspaƱa (FAPE), con motivo de la celebración del DĆa Mundial de la Libertad
de Prensa en 2012 y en 2013.
AĆŗn sin castigoel 87 % de los asesinatos a informadores
El rol que juegan los medios de
comunicación colombianos en el camino hacia la paz transformadora es vital. Son
elementos clave en todo conflicto bélico. La información succiona o dilata la
visibilidad de los actores bĆ©licos y de las vĆctimas. “Son importantes porque
durante dƩcadas han dado a conocer las diferentes realidades de cada
departamento. Explican cuƔles son los motivos y las consecuencias de la
aparición y el empoderamiento de uno u otro grupo armado en las regiones”,
explica el periodista como El Tiempo AndrƩs
Mauricio Garibello, que en estas lĆneas habla a tĆtulo personal. Los
periodistas son los historiadores del presente. Su incidencia en Colombia
afecta de manera decisiva el anÔlisis y la opinión que mantiene la sociedad frente
al conflicto social y armado: los urbanitas y los campesinos pero tambiƩn las
comunidades indĆgenas, los polĆticos, las mujeres y los hombres de negocios,
asà como el movimiento social analizan la guerra a través de las notas
periodĆsticas.
¿Se han convertido los medios
de comunicación colombianos en elementos activos a favor de una salida
dialogada del conflicto? ¿CuĆ”l es su papel como constructores/destructores de
la paz/ guerra? ¿Hablan de la paz de La Habana o contemplan otros tipos de paz?
¿Cómo compaginan y cómo influyen sus intereses con la cobertura del conflicto?
¿QuĆ© fuentes consideran prioritarias a la hora de informar sobre la guerra?
¿QuĆ© hay detrĆ”s de su decisión de apostar por un determinado lenguaje? ¿La
ciudadanĆa estĆ” bien informada? ¿Periodismo o propaganda? Estos pĆ”rrafos crecen
a modo de virtual mesa de debate, con unos medios de muy diferente peso y
altura poco acostumbrados a dialogar entre sĆ. Sus voces, presentadas en forma
de diƔlogo a travƩs de sus profesionales, solo se cruzan realmente en estas
lĆneas.
Por un lado y desde diferente
tendencia, los grandes medios de información en cuanto al volumen de audiencia
que manejan, casos paradigmƔticos como El
Tiempo[6] (el diario de mayor circulación, cuyo propietario es el grupo económico
liderado por el empresario, constructor y
banquero Luis Carlos Sarmiento, el hombre mĆ”s rico del paĆs segĆŗn la
clasificación que elabora la revista Forbes[7]), Caracol Televisión[8] (uno de los canales mĆ”s populares en el paĆs, que pertenece a una compaƱĆa
propiedad de la familia Santo Domingo, apellidos que figuran en el segundo
puesto de la lista Forbes[9] para Colombia) y TeleSUR[10] (la cadena de televisión panlatinoamericana con sede en Caracas, que,
desde su nacimiento en 2005, fue respaldada por el fallecido Hugo ChƔvez para
promover la integración de América Latina y ejercer de contrapeso a las grandes
cadenas de noticias privadas). Por otro lado, los nuevos medios, entre los que
se encuentra La Silla VacĆa[11] (iniciativa informativa e interactiva que, financiada por una beca del
Open Society Institute, pretende describir cómo se ejerce el poder en
Colombia); sin olvidar las plataformas informativas abiertamente partidistas,
como el semanario Voz[12] (el periódico de izquierda mĆ”s longevo del paĆs, editado por el Partido
Comunista Colombiano). Y entre medias, asociaciones como la Remap-Valle[13] (la Red de Medios Alternativos y Populares del Valle del Cauca). De fondo,
la postura de instituciones que velan por el ejercicio de la profesión: la FLIP[14] (organización sin Ônimo de lucro que promueve y defiende la libertad de
expresión, denunciando las violaciones a la libertad de prensa y contribuyendo
a la protección de los periodistas), el Centro de Solidaridad de la Federación
Internacional de Periodistas[15] (CESO-FIP, la presencia en Colombia de la mayor organización mundial de
periodistas) y la Federación Colombiana de Periodistas[16] (Fecolper, que representa y ayuda a sus instituciones afiliadas en temas
de formación e investigación).
El papel del periodismo en la guerra
La dilatada duración del
conflicto social y armado ha generado una rutina informativa en la que
periodistas y receptores acaban acostumbrados a las informaciones sobre la
guerra. En la aclimatación mediÔtica que Colombia ha hecho de la violencia se
cuelan episodios que dan muestra de la complejidad que inunda el universo
informativo y su incidencia directa en la intrahistoria bƩlica.
En el pasado mes de febrero,
las FARC anunciaron la liberación de dos policĆas en el municipio de Pradera,
anclado en el departamento suroccidental del Cauca. El ComitƩ Internacional de
Cruz Roja y el colectivo Colombianos y Colombianas por la Paz encabezaron la
comisión encargada de recibirlos. Al punto de encuentro también acudieron los
periodistas de TeleSUR. La entrega se petrificó por unas horas. Finalmente, el
canal de televisión ofreció una cobertura en exclusiva, lo que provocó el enfado de varios medios,
que consideraron discriminatorias las preferencias hacia la cadena. No es,
empero, la única versión de lo sucedido. El periodista, escritor y
documentalista Jorge Enrique Botero, ahora en TeleSUR pero con una experiencia
previa en Caracol Televisión, lo cuenta desde el otro lado: “La orden editorial
que recibieron los periodistas de Caracol Televisión era no cubrir la entrega
para no prestarse al show de las
FARC, pero sĆ el momento en que los policĆas estaban ya liberados. Nuestra
presencia en el lugar rompió el monopolio informativo de un episodio que
terminó bastante bien. Hay un antes y un después mediÔtico con la aparición de
TeleSUR. Hace otro enfoque, con una lĆnea editorial muy distinta a la que
estƔbamos acostumbrados. Es un
equilibrio de fuerzas. Dentro de los medios alternativos entiendo que pueda ser
visto como un poder hegemónico, como un monstruo gigantesco, pero habĆa que
jugar en las grandes ligas y se estĆ” haciendo bien”.
Fue hace tres lustros cuando un
grupo de compaƱeros –entre ellos, Eduardo MĆ”rquez, que posteriormente presidió
la Fecolper y hoy es director del CESO-FIP– crearon un colectivo para
reflexionar sobre el rol de los medios de comunicación. Recuerda que la
iniciativa, bautizada como Medios para la Paz, concluyó que “la prensa se habĆa
convertido en un factor que atizaba la guerra, en la mayorĆa de los casos no
por razones ideológicas, sino movidos por ciertas rutinas profesionales entre
las que destacamos la creciente comercialización de la información, el espĆritu
de competencia entre los medios (bÔsicamente cuando se privatizó la televisión
y entraron los grandes conglomerados) y el sĆndrome de la exclusiva. Decidimos
montar talleres por todo el paĆs”.
¿Cómo ha evolucionado el
periodismo colombiano en esta última década?
- Carlos Lozano GuillƩn
(director del semanario Voz): “Los
aparatos ideológicos de la clase dominante fabrican las cosas y los medios
alternativos tenemos que hacer la contrainformación. La prensa alternativa ha
avanzado porque al principio se pensaba que la calidad no importaba, que no era
necesario el rigor, que lo importante era el mensaje y habĆa que hacerlo llegar
como fuera. Hoy ya no es asĆ”.
- Alexander Escobar (miembro de
Remap-Valle): “El conflicto colombiano carece de causas y orĆgenes para los
medios del capital. Su misión es presentar el alzamiento armado como un
acontecimiento sin antecedentes. Su estrategia es la imposición de palomas blancas
en mentes en blanco, una paz de vencidos y vencedores donde solo hay cabida
para la rendición de los grupos insurgentes. Todo es un reality mediÔtico, donde los fusiles de la insurgencia deben
entregarse a cambio de camisetas blancas, taxis, capacitaciones para crear
microempresas y algĆŗn que otro puesto en el Congreso de la RepĆŗblica, sin que
ocurran cambios en el modelo económico, polĆtico y social del paĆs”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “El Tiempo ha sido un lĆder responsable en el cubrimiento no solo
del conflicto, sino de los intentos de paz que se han dado en las Ćŗltimas
dĆ©cadas”.
- Juanita León (directora y
fundadora de La Silla VacĆa):
“Nuestro papel es in- formar de la forma mĆ”s desapasionada posible, pero con el
mayor contexto sobre lo que ocurre, sobre las lógicas que animan el conflicto,
sobre las vĆctimas y sobre quienes se benefician de ello”.
La paz vista por
los medios
Todos los medios escriben,
fotografĆan, radian y emiten sobre la paz. El binomio conflicto-negociación es
la estrella informativa. ¿Pero todos
entienden lo mismo por la paz? Porque la paz de La Habana tiene sus matizadas
rƩplicas en el interior de Colombia, desde iniciativas como el Congreso de los
Pueblos y las Constituyentes de Paz. Los movimientos sociales, conjugados en un
plural abierto, saludan el proceso de La Habana, aunque no se sienten
representados. “Colombia lleva tanto tiempo buscando la paz, que se ha
convertido en un valor nacional apreciado pero jamƔs tenido. Y en este sentido,
la paz es muy sensible para todos los colombianos, que al mismo tiempo estƔn
acostumbrados a mirar los procesos de diƔlogo con escepticismo, porque ha sido
nuestra historia durante los Ćŗltimos aƱos”, reflexiona el director de la FLIP,
Ignacio Gómez.
Existen perspectivas distintas
de la paz, desde quienes la conciben
como la afonĆa de las armas hasta quienes la sueƱan transformadora,
pasando por quienes la vinculan con el fin de las guerrillas. Las respuestas
son diversas porque hay diferentes tipos de paz. En la cartilla elaborada por
la Asociación para la Investigación Nomadesc, la paz negativa es la ausencia de
confrontaciones armadas, la paz positiva representa la mejora de las
condiciones de vida y la paz transformadora consiste en “un proceso vivo y
activo que busca alterar los modelos violadores de la atención de las
necesidades y del disfrute de los derechos”.
Las fronteras del discurso
mediĆ”tico son mĆ”s difusas. “Cuando se habla de paz, desafortunadamente se hace
referencia exclusiva al silenciamiento de los fusiles. Esta actitud es
comprensible si tenemos en cuenta que Colombia nunca ha tenido paz durante sus
dos siglos de vida republicana. Pero, desde el punto de vista de la
información, esta concepción ha convertido a la paz en un problema que
resuelven las elites mediante acuerdos”. Las palabras del expresidente de la
Fecolper abren de nuevo el debate.
- Juanita León (La Silla VacĆa): “Entendemos que el fin
del conflicto armado es solo un paso necesario para la consecución de una paz
mĆ”s amplia, aunque el tema de la negociación es primordial”.
- Alexander Escobar
(Remap-Valle): “Los medios privados reducen
la paz a un simple proceso de
dejación de las armas de la
insurgencia, toda una estrategia diseƱada para ocultar la no
voluntad de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos. Exhiben la guerra como
verdad, como única solución. Hasta que la sociedad queda cautiva de su influjo
y, finalmente, acepta y repite el mismo discurso. Su paz es la continuidad de
las causas del conflicto, pero con los fusiles de la insurgencia silenciados”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “Nuestro enfoque siempre ha
sido constructivo, es decir, informar y explicar sobre los avances y
dificultades de un proceso de paz. Información sin vetos ni limitaciones. La
atención estÔ centrada en La Habana; sin embargo, desde siempre el periódico ha
informado sobre los procesos de paz que se llevan a cabo en diferentes partes
del paĆs. Tanto es asĆ que el mismo periódico, desde su parte institucional, ha
apoyado premios que reconocen la labor de paz de diferentes comunidades”.
- Carlos Lozano GuillĆ©n (Voz): “El proceso polĆtico colombiano no
pasa por la re- elección de Santos ni por la reaparición de Uribe, sino por el
tema de la paz. El conflicto empezó hace mÔs de 60 años por el tema de la
tierra y hoy estamos peor”.
- Jorge Enrique Botero (TeleSUR
y antes Caracol Televisión): “En La Habana, las FARC estĆ”n haciendo lo que han
denominado ‘bocadillo informativo’, pronunciĆ”ndose sobre
decenas de temas.
¿Alguien ha visto en algĆŗn
noticiero a IvĆ”n MĆ”rquez [el lĆder negociador de las FARC en Cuba] hablando de
temas agrarios? Los medios incluso estƔn rotando a los periodistas que cubren
los diÔlogos para evitar que se fragüe cierta familiaridad con los miembros de
la insurgencia; supuestamente, para que no se contaminen”.
Intereses
mediƔticos
Los contextos de violencia
desvelan los condicionantes de los medios de comunicación y el rol que juegan
en la sociedad. Su desempeƱo en la cobertura del conflicto es cuestionablemente
desinteresado y objetivo, toda vez que es dudoso abstraerse de las
predilecciones de diferente signo, sean estas económicas, sociales, culturales
o ideológicas. “En Colombia sucede lo que en el resto del mundo: los grandes
medios de comunicación han quedado en manos de grandes conglomerados económicos
que aportan grandes sumas en las campaƱas electorales. Son dueƱos de buena
parte de la economĆa, les deben favores a las figuras de los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial y, finalmente, son propietarios de la gran maquinaria de
opinión pĆŗblica. Tienen el combo completo del poder”, argumenta el director de
CESO-FIP, Eduardo MƔrquez.
La guerra estambién una confrontación mediÔtica
Pero los medios juegan todavĆa
con la objetividad y la independencia: “No estoy de acuerdo con que pueda
decirse que el cubrimiento del conflicto no es desinteresado”, responde el
compaƱero de El Tiempo AndrƩs
Mauricio Garibello. Las plataformas de información contestatarias muestran
menos reparos a la hora de admitir su posición de partida. Consideran que la
comunicación ha dejado de construir conocimiento y que ha sido desplazada o
reemplazada por la manipulación de masas desde los centros de poder. Son medios
nacidos tras la estela de la revista Alternativa,
que circuló entre 1974 y 1984 con cuatro propósitos que han hecho escuela para
este sector: contrainformación, investigaciones sobre los problemas del paĆs,
visibilidad de los actores sociales y canal de unión de las fuerzas contrarias
al poder. Periódicos como Periferia siguen
hoy su camino. Proponen repensar y asumir al comunicador “comprometido con la
causa revolucionaria de nuestros pueblos y comunidades. Debe tener una
estructura o posición polĆtica definida y ser un actor social en la comunidad y
en los procesos”, escribe F. Sakina Iwoka en el editorial de noviembre de 2012[17]. ¿El periodismo puede permitirse el lujo de ser militante sin dejar de ser
periodismo?
- Carlos Lozano GuillĆ©n (Voz): “Nosotros lo admitimos
abiertamente: no somos neutrales. Pero ningún medio de comunicación lo es,
todos tienen una postura, una posición. La neutralidad no existe, pero la
verdad es fundamental. Otra cosa es la interpretación que hacemos. Es nuestra
posición y de ahĆ no nos movemos. Son nuestros principios”.
- Jorge Enrique Botero (TeleSUR
y antes Caracol Televisión): “Es mi gran dilema. Porque ese componente tan
militante dentro del ejercicio de la comunicación hace que el discurso sea muy
elemental, muy breve, muy simplista”.
- Alexander Escobar
(Remap-Valle): “Es un monopolio de la audiencia en el que se imponen discursos
con intereses definidos”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “El Tiempo y los demĆ”s medios siempre han apostado por la paz. La
portada soƱada es la firma de un compromiso de paz. A nadie se le ocurre que un
periódico tradicional como el nuestro esté apostando por que continúe la
guerra. Lo que pasa es que en el cubrimiento de procesos de paz como este hay
que ser prudente y muy cuidadoso”.
- Juanita León (La Silla VacĆa): “Para cubrir el
proceso, La Silla no tiene ningĆŗn
tipo de ataduras, salvo la verdad y la inclusión del mayor nĆŗmero de voces”.
Las tres fuentes de
los medios
Los propios periodistas, en
privado y pidiendo su no-vinculación a ningún medio, hablan de la
oficialización de fuentes con la que se mira el conflicto. Primero y de forma
mayoritaria, la gubernamental, a través de sus múltiples representantes e
instituciones. La corriente crĆtica se centra, por su parte, en los sitios webs
de información de las insurgencias, tanto el de las FARC-EP[18] como el del Ejército de Liberación Nacional (ELN)[19], actualizados de forma permanente. La guerra es también una confrontación mediÔtica
y la insurgencia cuenta con presencia en esa dinƔmica del enfrentamiento. Hasta
el punto de que tienen perfil en las redes sociales. Y como tercera voz, con
mucho menos voltaje, aparecen los familiares de asesinados y desaparecidos.
Sota, caballo y rey.
Los medios ejercen asĆ de
altavoces de las partes enfrentadas en el conflicto, con guiƱos esporƔdicos a
los familiares de las vĆctimas. En este contexto, el Instituto de
Periodismo Preventivo y AnƔlisis
Internacional (Ippai) propone no olvidar a los actores que aportan propuestas y
soluciones pacĆficas a los problemas. Pero son conscientes de que “hablar de
periodismo preventivo en Colombia es una
utopĆa”, escribe la periodista Mabel GonzĆ”lez, en el libro Periodismo preventivo. Otra manera de informar sobre las crisis y los
conflictos internacionales[20].
- Alexander Escobar
(Remap-Valle): “La misión de los medios privados es recoger elementos
fragmentados de la cotidianeidad y elaborar con ellos un universo virtual de
verdades aceptadas por la audiencia. Son dioses mediƔticos, cuyos discursos
evaden la exigencia de la argumentación y el debate. También son negocio.
Entretener es su fuerte. No importa si es pobreza o muerte, nada se salva de
ser rentable. El trasfondo, los verdugos, jamƔs son tocados. Esconden las
causas del problema, a los responsables, a quienes diariamente despojan a la
sociedad de oportunidades para una vida digna. Funcionan como simples
reproductores de la versión oficial del Estado. Humanizan solo a los
combatientes que defienden al Gobierno, al tiempo que niegan la condición
humana de la insurgencia. De este modo, se justifica la pena de muerte en el
imaginario de las personas, porque dar de baja a un ser despojado de su
humanidad no representa motivo de reflexión”.
- Jorge Enrique Botero (TeleSUR
y antes Caracol Televisión): “El gran problema de la cobertura mediĆ”tica del
conflicto armado interno es la carencia de fuentes, la falta de equilibrio
entre ellas, la utilización de una sola fuente de información oficial, bien sea
la del Gobierno central o la de las fuerzas militares. Es notable la falta de
rigor de los periodistas para poder constatar las informaciones que les llegan
desde los despachos pĆŗblicos, la carencia de contextos y la falta de riesgo y
audacia del periodismo actual para atravesar la que he llamado ‘frontera
invisible’: aquella cantidad de lugares de nuestro paĆs que no aparecen en los
mapas, pero que existen en realidad. DespuƩs de que acaba la carretera, hay
otro paĆs donde no veo al periodismo colombiano, tampoco a los periodistas
independientes”.
- Juanita León (La Silla VacĆa): “La Silla siempre tiene mĆŗltiples fuentes, mĆ”s allĆ” de las
oficiales. EstƔn los analistas, las fuentes primarias sobre uso de la tierra y,
en cada punto, las fuentes directas sobre los temas”.
- Carlos Lozano GuillĆ©n (Voz): “Los medios de referencia tienen
excelentes manuales de cubrimiento del conflicto. Sin embargo, no los cumplen”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “El Tiempo ha contado desde los sitios tanto tomas guerrilleras como
acciones de grupos paramilitares. Por igual. Los periodistas que han cubierto
el conflicto armado saben que las fuentes son escasas y difĆciles de manejar
porque, de un lado y del otro, estas sĆ tienen intereses para informar de lo
que quieren y como lo quieren. Cuando uno va a las zonas de conflicto, se
encuentra con un panorama difĆcil de desentraƱar: las autoridades dicen una
cosa, la contraparte dice otra y, en medio, hay poblaciones totalmente secuestradas
por el miedo. No cabe duda de que creemos a las autoridades y que, cuando se
puede, se consulta a la contraparte, pese a que sabemos que casi en la
totalidad de las veces no es posible, aunque exista la intención del medio de
consultarla”.
TerminologĆa y
lenguaje bƩlico
Nada de lo que cuentan los
medios sobre la guerra, confirman los periodistas, es producto del azar. Ni el
contenido ni las formas. Tampoco el lenguaje. Ni siquiera el uso de minĆŗsculas
y mayĆŗsculas es aleatorio. El Tiempo habla
de secuestros, terroristas y guerrilla. TeleSUR maneja el concepto de
“retenidos” por causa de la guerra, refiriĆ©ndose a las FARC-EP o al ELN como
insurgencias, rebeldes y tambiƩn guerrilla. Los conceptos y sus usos calan
subliminalmente en la conciencia de la gente. La FLIP, como defensora de la
libertad de prensa, apuesta por una tercera vĆa en la que no se decida por
“retenidos” o “secuestrados” en función de factores polĆticos, sino porque, en
un momento dado, el periodista llega a esa conclusión.
- Jorge Enrique Botero (TeleSUR
y antes Caracol Televisión): “La idea es pintar a unos hĆ©roes que se enfrentan
a unos malos muy malos. Durante la Ʃpoca del presidente Uribe, hubo un
permanente trabajo de construcción mediĆ”tica des- tinado a poner el mote de ‘terroristas’
a la insurgencia. Se logró
instalar en el imaginario
colectivo la idea de que la victoria militar y el aniquilamiento del adversario
eran posibles. Sobre esa construcción mediÔtica, irrumpe la posibilidad de los
diÔlogos de paz. Recuerdo estar en una reunión de bastante nivel en la que
alguien preguntó cómo demonios hacer entonces para vender los diÔlogos. El
exdueƱo de uno de los grandes medios de comunicación aseguró que en 15 dĆas
volteaba la opinión pĆŗblica. Y lo hicieron”.
- Alexander Escobar
(Remap-Valle): “Aceptación y satanización son efectos de los discursos
empleados por los medios privados de comunicación. Son ellos quienes definen
quƩ es lo bueno y quƩ es lo malo. Si en los diƔlogos del CaguƔn [como se
conocen las anteriores negociaciones, entre el Gobierno de AndrƩs Pastrana y
las FARC, que se prolongaron entre 1998 y 2002] el tema de la zona
desmilitarizada era presentada como la ‘entrega’ de una parte del territorio y
la rendición del Estado colombiano a la insurgencia, hoy los medios llaman
‘secuestrados’ a los prisioneros de guerra capturados por las FARC, para hablar
asĆ de la no voluntad de paz de la guerrilla”.
- Carlos Lozano GuillĆ©n (Voz): “Quieren convertir a las FARC en
los victimarios y hacer del Estado una manta de palomas”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “Es un debate viejo en el
periódico y en todos los medios de comunicación del paĆs. Nosotros escribimos
las Farc, el Eln, las Auc [Autodefensas Unidas de Colombia] y el Epl [EjƩrcito
Popular de Liberación], en mayĆŗsculas y minĆŗsculas, no como lo harĆamos con una
institución del Estado. Y siempre estÔ claro que la guerrilla, los
paramilitares y demƔs actores del conflicto no retienen, sino que secuestran
civiles y miembros de la Fuerza PĆŗblica. A la guerrilla se le llama guerrilla;
a los paramilitares, paramilitares; a los narcos, narcos, y los que ponen las
bombas y matan civiles son terroristas”.
- Juanita León (La Silla VacĆa): “En el lenguaje se
desvela mucho la ideologĆa y la independencia del medio. Para nosotros, los
secuestrados son los secuestrados y la guerrilla es la guerrilla, lo que no
quiere decir que a veces hagan actos terroristas. Nosotros no usamos el
lenguaje de los militares ni tampoco los eufemismos de la guerrilla”.
¿Sociedad informada?
Cada medio selecciona
determinadas informaciones, resalta aristas concretas y da voz a sus fuentes de
información, que no son todas. En su vorÔgine diaria, convive con la tentación
de hacer del conflicto un espectƔculo excitante. Es entonces cuando, al ver la
guerra sin entenderla, la audiencia legitima el uso de la fuerza como
alternativa necesaria. Por ello, cobra tanta importancia la calidad del
periodismo. Asà lo argumenta Mónica Herrera Irurita, columnista de uno de los
medios impresos mĆ”s influyentes, la revista Semana[21]: “[Los medios colombianos ofrecen] una cobertura al tema bastante
parcializada y ‘polarizante’. Lo preocupante se encuentra en que no han sido
capaces de lograr una mirada 360 grados con relación al conflicto (quisiera
aclarar que hablo de los medios de comunicación mĆ”s vistos o leĆdos…). [Su
cobertura] ha sido parcial, dejando fuera a un gran nĆŗmero de actores,
privilegiando unas voces y ocultando otras. Han mostrado la concepción de la
paz desde una perspectiva bastante limitada, ‘la paz negativa’, dejando a un
lado elementos culturales y estructurales. Es necesario fomentar escenarios
movilizadores, los cuales generen una mirada crĆtica y permitan un panorama
completo; todo hecho tiene unos antecedentes, unas repercusiones, y unos actores
involucrados. Se trata de hacer un periodismo mƔs social y menos comercial, que
no lleve al consumo, sino a la reflexión[22]”.
- Jorge Enrique Botero (TeleSUR
y antes Caracol Televisión): “Ha sido una guerra muy mal contada. TambiĆ©n
estadĆsticamente porque, si nos atenemos a las cifras que han dado los grandes
medios, en este momento no deberĆa haber ni un solo guerrillero, todos estarĆan
muertos, dados de baja o desertados. Las grandes corporaciones mediƔticas de
nuestro paĆs tienen una enorme responsabilidad histórica con la guerra; son
culpables de haber atizado el fuego, de haber tocado los tambores de guerra
durante aƱos. Por fortuna ha irrumpido en el escenario mediƔtico una cantidad
de medios alternativos realmente admirable, que cada dĆa hacen mejor trabajo.
Las viejas disculpas de que hacer periodismo alternativo es muy caro ya no
tienen vigencia. Van en el camino de nivelar la balanza”.
- AndrĆ©s Mauricio Garibello (El Tiempo): “El tema de la guerra y la
paz estÔ en la agenda de todos los medios. La información ha sido difundida
desde el primer momento y los actores se han escuchado en diferentes medios de
comunicación. Colombia tiene una particularidad: las iniciativas privadas son las que ocupan el sector de los medios de
comunicación. No hay medios públicos, por ejemplo, en prensa escrita. Tampoco
hay medios partidistas, tal vez como sà sucede en España. Y se han creado
medios que pueden entrar en el marco de alternativos, especialmente en
internet. Al contrario de lo que pasa en los paĆses europeos, en Colombia, el
ciudadano queda bien informado con los medios tradicionales que existen tanto
en BogotĆ” como en las regiones. No siempre acertamos, no siempre somos
perfectos, pero ningún medio de comunicación lo es. Hay dificultades,
especialmente en las regiones”.
- Juanita León (La Silla VacĆa): “La audiencia no estĆ”
bien informada porque hay demasiadas declaraciones y muy poca información de
contexto”.
- Carlos Lozano GuillĆ©n (Voz): “Varias de las predicciones de
Marx se estÔn cumpliendo. Por ejemplo, la monopolización en este caso de los
medios, que afecta a la calidad informativa. Se ha pasado de la propiedad
familiar a la transnacionalización de monopolios a los que solo les importa su
negocio”.
- Alexander Escobar
(Remap-Valle): “La sociedad desconoce en su mayorĆa el conflicto
colombiano. La carencia
de fuentes asĆ lo determina. Pocos son los periodistas que se atreven a
informar sobre la versión de la insurgencia. Y quienes se atreven a hacerlo se
convierten en objeto de seƱalamientos, estigmatización y persecución estatal”.
El presidente de la FLIP,
Ignacio Gómez, se arriesga con un balance general: “Tenemos mucha experiencia a
la hora de narrar la guerra, tambiĆ©n desde el punto de vista de las vĆctimas,
diferente a las versiones oficiales de uno y otro lado. Y tenemos muchos tipos
de periodismo, desde los medios tradicionales hasta los nuevos medios, que hacen
un serio trabajo de ‘reporterĆa’
con todos los estĆ”ndares y tecnologĆa
moderna. En el caso de las iniciativas abiertamente partidistas, podemos
hablar sobre todo de libertad de prensa; necesaria, porque el paĆs tiene que
mirar desde diferentes perspectivas”.
El director del CESO-FIP
tampoco tiene dudas: “Para que un ciudadano estĆ© bien informado sobre los
desarrollos de la paz y de la guerra es necesario que consulte varios medios de
comunicación con tendencias diferentes, cosa que no es habitual. En este
panorama juegan un papel los medios alternativos, aunque con un impacto mucho
menor. Se deben destacar los medios de expresión de organizaciones sociales,
como las indĆgenas, que tienen un alto impacto sobre su comunidad y que son
proclives a una solución negociada del conflicto armado; al fin y al cabo, los
civiles son las grandes vĆctimas de esta confrontación. Pero, en general, los llamados medios de comunicación
alternativos, salvo contadas excepciones, son medios politizados, con claros
sesgos informativos, ya sea desde una perspectiva de izquierda o, en menor
medida, de derecha”.
Periodismo y periodistas, pilares clave enesta tensa coyuntura
Ambos tienen claro que el
periodismo y los periodistas son pilares clave en la tensa coyuntura que vive
el paĆs, aunque estĆ”n expuestos a los vaivenes polĆticos. Incluso el actual
presidente, Juan Manuel Santos, ha confesado abiertamente sentirse menos
polĆtico que periodista, profesión que llegó a ejercer, siguiendo la tradición
familiar, hasta alcanzar puestos como la subdirección de El Tiempo y la presidencia de su comité editorial, ademÔs de la
vicepresidencia del ComitƩ de Libertad de Prensa de la SIP.
Pero Eduardo MÔrquez e Ignacio Gómez regresan a
su antecesor en la presidencia, Ćlvaro Uribe, para referirse al daƱo que
produjo a la profesión. “Su concepción de la prensa se expresa en una frase:
‘Solo hay dos tipos de periodistas, los enemigos y los amigos del terrorismo’”,
recuerda el director de CESO-FIP. Las consecuencias las detalla el presidente
de la FLIP: “La perspectiva de los medios de comunicación para la paz formada
alrededor de los años 80 cambió
drƔsticamente durante el Gobierno
de Uribe. Se acabó con todo lo trabajado durante dos o tres décadas, apostando
no por buscar la paz, sino por anular la guerra. Y por eso, hoy tenemos una
polarización mediĆ”tica y, por ende, social”.
* Revista de pensamiento sobre periodismo que
se edita en EspaƱa. El presente artĆculo corresponde a la edición No. 26,
publicada en junio de 2013.
** J. Marcos (www.desplazados.org) es un
(foto)periodista freelance especializado en temƔtica internacional, tanto para
medios nacionales como extranjeros.
[1] Reporteros Sin Fronteras: Informe Anual de la Libertad de
Información 2012. 7 de febrero de 2013.
http://www.rsf-es.org/grandes-citas/informe-anual-/. Visitada el 14 de abril de
2013.
Proyecto Antonio NariƱo:
Ćndice de Libertad de Expresión y Acceso a la Información PĆŗblica en Colombia.
11 de diciembre de 2012.
[2] Fundación para la
Libertad de Prensa: De las balas a los expedientes. Informe sobre la libertad
de prensa en Colombia durante 2012. 9 de febrero de 2013. http://www.flip.org.co/alert_display/0/2197.html. Visitada el 14
de abril de 2013.
[3] Sociedad
Interamericana de Prensa: Informes por paĆs: Colombia. 8 de marzo de 2013.
http://www.sipiapa.org/v4/det_informe.php?asamblea=50&infoid=901&idioma=sp.
Visitada el 14 abril de 2013.
[4] Proyecto Antonio NariƱo:
Ćndice de Libertad de Expresión y Acceso a la Información PĆŗblica en Colombia.
11 de diciembre de 2012. http://www.sivios.com/flip/indice_final/index.html. Visitada el 14 abril de 2013.
[5] Fundación para la
Libertad de Prensa: Fuera de juicio. Manual para periodistas denunciados por
injuria y calumnia. 9 de enero de 2013. http://www.flip.org.co/alert_display/0/2880.html. Visitada el 14 abril de 2013.
[7] Forbes: Colombia. Octubre de 2012. http://www.forbes.com/places/colombia/#. Visitada el 14
abril de 2013.
[13] remapvalle.blogspot.com.
[17] Iwoka, F. Sakina: “El sentido estratĆ©gico de la
comunicación en el proceso de paz”. Periferia. BogotĆ”, noviembre de 2012. http://www.periferiaprensa.org/index.php/edicion-actual/1089-el-sentido-estrategico-de-la-comunicacion-en-el-proceso-de-paz. Visitada
el 14 de abril de 2013.
[20] GonzƔlez, Mabel:
“Colombia, de la guerra antidrogas a la guerra contra el terrorismo”.
Periodismo preventivo. Otra manera de informar sobre las crisis y los
conflictos internacionales. Madrid: Catarata, 2007, pƔginas 58-74.
[22] Herrera, Mónica: “Medios de comunicación y paz, hacia una
cultura liberalizadora”. Semana. 21 de febrero de 2013. http://www.semana.com/opinion/articulo/medios-comunicacion-paz-hacia-cultura-liberadora/334141-3. Visitada
el 14 de abril de 2013.
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