En un detallado análisis, J.
Tomás devela las omisiones, intencionalidades y manipulación del lenguaje que Amnistía
Internacional pone en marcha en el informe titulado Venezuela: los derechos humanos en riesgo en medio de protestas. A
continuación reproducimos un breve fragmento (Ver documento completo) del análisis:
Foto: www.nicolasmaduro.org.ve
2014/Abril 8/ Internacional/ Venezuela/ Por: J. Tomás
Al final uno se termina preguntando ¿Aporta algo el informe? ¿Resulta útil? ¿Ofrece información aprovechable para la defensa de los derechos humanos? ¿O se limita a recoger testimonios sobre hechos ya conocidos? Aquí nuestra respuesta es parcialmente positiva. El informe en sí era necesario. Las denuncias oportunas que contiene, merecen siempre la pena, aunque sean presentadas de manera tan penosa y lamentable.
En cambio, el relato –la pluma
empleada-, así como los implícitos que se asumen, resultan claramente
agraviantes. Amnistía hubiera ganado mi más profunda estima y gratitud si le
hubiese encargado su redacción a alguien que cumpliese con dos requisitos básicos:
a) Escribir sin faltar a la
ortografía y exhibiendo una habilidad mínima en la construcción sintáctica de
párrafos que no oscurezca los hechos relatados.
b) No expresar de manera
evidente sus preferencias políticas. Específicamente, necesitarían a alguien
que no comprase todos y cada uno de los puntos del argumentario mediático de la
oposición venezolana.
Sin embargo, dudo mucho que
esto vaya a suceder. No voy a abundar demasiado en las razones de mi pesimismo.
Desde luego no creo que Amnistía haga este tipo de informes para congraciarse
con los gustos de una opinión pública mediatizada. Tampoco creo que lo haga
para captar nuevos socios –y más fondos- procedentes de las derechas venezolana
y europea.
Dejo aquí mi última anotación.
Un pequeño detalle. La fuente que emplea Amnistía en su evaluación de la
amenaza que suponen los “grupos armados pro gobierno” es el International
Crisis Group(véase la nota al pie número 3 del informe). El ICG es una entidad
patrocinada por la Fundación Ford, la Fundación Carnegie, el grupo Rockefeller y The Soros Open
Society Institute. Reune en su equipo directivo a
ex secretarios de estado y de defensa de los USA, así como a promotores de las
revoluciones de colores como George Soros o la esposa de Peter Ackerman[1].
El International Crisis
Group mantiene vínculos muy estrechos con Amnistía Internacional, como
constatamos en el caso del especialista en conflictos armados Jacob Mundy, que
ha ocupado puestos de alta responsabilidad en ambas organizaciones.
En fin. ¡Buena suerte para el
próximo informe!
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