¿Cómo podría un gobierno, que
defendió a capa y espada el TLC, el estatuto de desarrollo
rural (declarado inexequible por la corte constitucional), se opuso a la
ley de reparación de víctimas y restitución de tierras, ser entonces
garantía de solución para los problemas del campesinado?

Qué tristeza, la falta de
vergüenza de algunos candidatos; y la falta de memoria de muchos colombianos.
No se la cree uno,
escuchando al candidato del "centro democrático" Oscar Iván
Zuluaga, hablar de temas de salud, cuando fue su mentor, patrón o
protector, quien presentó y defendió la Ley 100 en el congreso. Decir, que
aumentará el salario mínimo el 10% el primer año, olvida deliberadamente,
que fueron ellos, quienes eliminaron las horas extras y decretaron el salario
mínimo siempre, por debajo de la inflación real.
Habla, sin mayor
convencimiento, de vivienda, copiando la propuesta de Lula, vendida por
su asesor brasilero. De generación de empleo, solución a los problemas del
campo, cuando impulsaron el TLC con los EEUU. Incluso, si no fuera por la
resistencia popular; esa que persiguieron con falsos positivos y
detenciones masivas, habríamos tenido un Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA) patrocinada y Promovida por ellos.
!No es posible, que tengamos
tan poca memoria!
Aquí se cumple verdaderamente
el Adagio, de que, "un pueblo que desconoce su historia, está condenado a
repetirla".
Por supuesto que no lo es.
¿Qué decir de otros candidatos?
Todos sabemos, que el
presidente candidato, está interesado en la paz, como la mayoría de los
colombianos. Pero también sabemos, que la paz que busca, es la que signifique
la menor pérdida de privilegios a la clase dominante, que sus motivaciones son
más económicas que humanistas o democráticas. Qué sus diferencias con Uribe,
son más de forma que de fondo, porque en lo fundamental están de acuerdo.
Uribe y su familia como
advenedizos a la oligarquía colombiana y Santos como heredero de ella,
defienden los mismos intereses de clase. Marta Lucía y Peñaloza, tratando de
pescar en el río revuelto de las mutuas acusaciones y
escándalos de los candidatos Santos y Zuluaga, no alcanzan a despertar el
entusiasmo de los colombianos.
La primera, porque no puede, y
ni siquiera intenta disimular sus afectos y coincidencias políticas con el
centro democrático y el mesías Uribe. El segundo, porque aún en su propio
partido, Alianza Verde, tiene contradictores que consideran que no representa
el ideario de parte de ellos, y creen que sus planteamientos en lo económico,
son abiertamente neoliberales y coincidentes con el Uribismo.
Por los lados de la izquierda
y los sectores democráticos, las posiciones están divididas entre la
candidatura de Clara-Aida y el voto en blanco.
Lastimosamente, esta vez como
en tantas otras, no fue posible que la oposición en Colombia logrará
converger en una candidatura unitaria, alternativa y con posibilidades de
disputarle por la vía de los votos el poder a la oligarquía. No se puede negar,
que la paz es el tema y el punto más importante de la coyuntura.
De un lado, tenemos un país
que casi unánimemente está esperanzado en que esta vez sí se logre un acuerdo,
que ponga fin al conflicto social armado, que afecta nuestro país desde
hace más de medio siglo.
Entre los candidatos,
encontramos uno que se opone a ella, y pretende seguir siendo parte de los
señores de la guerra; otros que aspiran a ella, pero viéndola con
distintos crismas. La paz con justicia social, los cambios en el modelo
económico y el sistema político, refrendados por una asamblea.
Constituyente, son el camino para una paz, real, estable y duradera.
Ese es el querer del
pueblo, es ese y no otro el clamor popular. El pueblo es el constituyente
primario, el pueblo es el soberano, ojalá y así lo entienda la clase política
de este país.
Hubert Ballesteros
Prisionero político del
régimen ilegítimo colombiano.
Bogotá mayo 9 de 2014.
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