Ya son casi 3 años en que los trabajadores se han mantenido en la valiente decisión de luchar con coraje y dignidad por sus derechos, sosteniendo con dificultad la carpa de la resistencia obrera, pero con la convicción de enfrentar las arbitrariedades y permanecer firmes por la justicia.
2014/ Julio 31/ Por: RenƔn Vega Cantor
Tomado de Rebelión
Carpa de la resistencia obrera en Buga
En la ciudad de Buga se encuentra una planta de la empresa Cristar S.A, de propiedad de Owens-Illiniois, una compaƱĆa multinacional de los Estados Unidos, especializada en la producción de envases de vidrio, que controla el 80 por ciento de la actividad mundial de ese sector y que tiene 24 plantas distribuidas en varios continentes. Esta empresa implementa la flexibilización laboral, con el fin de incrementar sus ganancias, destacĆ”ndose el impulso a la subcontratación. De un total de 750 trabajadores que laboran en sus instalaciones, solamente 120 tienen contrato directo y estabilidad laboral, mientras que la mayorĆa estĆ” vinculada por Cooperativas de Trabajo Asociado. Quienes gozan de estabilidad hacen parte de la planta de personal administrativo, formado por ingenieros, y jefes de Ć”rea. La subcontratación se ha impuesto como norma en la productora de vidrio, hasta el punto que muchos operarios tienen contratos por tĆ©rmino fijo desde hace diez o mĆ”s aƱos. Cada uno de ellos tiene que mendigarle a las cooperativas la renovación de sus contratos cuando Ć©stos estĆ”n feneciendo.
AdemƔs, se ha generalizado la
precarización laboral porque los trabajadores no tienen una jornada fija y
muchos de ellos operan en forma continua durante 16 horas, como sucede con los
braseros, no cuentan con seguridad social ni servicios de salud, ya que Ʃstos
son pagados en su totalidad por los propios trabajadores y tampoco se les
brinda la dotación adecuada para realizar sus actividades. Como resultado de
esas indignas condiciones laborales, un grupo de 35 obreros decidió crear el
Sindicato de Trabajadores Disponibles y Temporales (SINTRADIT), que, siguiendo
los procedimientos legales, elaboró un pliego de peticiones y lo presentó a la
empresa el 24 de octubre de 2011. Como represalia, Cristar procedió a echar a
la calle, literalmente, a 30 de los miembros del sindicato reciƩn creado. Para
ello, ordenó a sus celadores que no dejaran ingresar a las instalaciones de la
empresa a los “conflictivos” trabajadores. Eso sucedĆa el 24 de octubre de
2011. Con este hecho, las directivas de Cristar pensaban que habĆan terminado
con el incómodo sindicato, pero no fue asĆ, porque desde esa misma fecha, los
trabajadores afectados por la arbitrariedad de la empresa decidieron levantar
una carpa en las afueras de la fƔbrica.

El presidente de SINTRADIT, Arles
Antonio MejĆa, nos cuenta que esta ha sido una experiencia dura y muy costosa
en tĆ©rminos económicos, sociales y anĆmicos para sus compaƱeros de lucha,
porque durante este tiempo muchos de ellos se han enfermado, se han disuelto
los hogares por la carencia de ingresos de los obreros, han perdido sus
viviendas al no poder pagar el arriendo o las cuotas de los prƩstamos. Todos
estos problemas no han impedido que este grupo de trabajadores se mantenga en
su proyecto de lucha, con varios objetivos: dar a conocer ante la ciudad y el
paĆs las consecuencias de la flexibilización laboral; seƱalar la
responsabilidad de las empresas multinacionales en la explotación acentuada de
los trabajadores; mostrar la complicidad del Estado colombiano en la
persecución contra los sindicatos y sus miembros; y, lo mÔs importante,
demostrar con su ejemplo prƔctico que puede enfrentarse el poder del capital,
incluso con pequeƱas acciones, como las que ellos realizan.

Durante 1000 dĆas los trabajadores
despedidos de la Cristar, sin recibir salario, con mĆstica y compromiso con su
causa han ido y venido a la improvisada carpa, en la que se han turnado a lo
largo de las 24 horas de cada dĆa para que siempre permanezca alguien en ese
sitio, en el que cocinan, comen, duermen y comparten sus luchas y expectativas
con sus compaƱeros de infortunio y con las personas, de Buga y de otros sitios
del paĆs, que los visitan periódicamente. Ellos nos dicen que esta lucha no es
sólo de ellos ni por ellos, sino que es por el conjunto de trabajadores
colombianos. Y en verdad, son un emblema de lucha, un sĆmbolo de resistencia
obrera y popular en pos de un trabajo digno.
(*) RenƔn Vega Cantor es historiador.
Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de BogotÔ, Colombia.
Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volĆŗmenes), Editorial
Pensamiento CrĆtico, BogotĆ”, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volĆŗmenes), Ed.
Pensamiento CrĆtico, BogotĆ”, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos
Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Capitalismo y Despojo, Ed. Pensamiento
CrĆtico, BogotĆ”, 2013, entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008. Su
último libro publicado es Colombia y el Imperialismo contemporÔneo, escrito
junto con Felipe MartĆn Novoa, Ed. Ocean Sur, 2014.
ArtĆculo publicado en papel en Periferia,
Prensa Alternativa, No. 97, julio de 2014. Rebelión lo ha publicado
con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes
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