Unai fue a Colombia, y por poco no se recupera de lo que vio y filmó. Recuerdo cuando me contó que ya tenĆa ese testimonio listo para ser mostrado, pero, ¿dónde? ¿En quĆ© sala? ¿A quiĆ©n le podrĆa importar el tema? QuerĆa hacer copias y regalarlas. Pero el contenido de su obra es tan humanamente terrible y, en especial, honesto, que ha ganado ya varios premios internacionales.
2014/ Julio 22/ Derechos Humanos/ Por: Hernando Calvo Ospina
MƔs
me informo, y las cifras y el horror me lo confirman: quizƔs no ha existido en
la historia humana un Estado tan violento como el colombiano. Tan solo desde la
dƩcada de 1980, se contabilizan 5 millones de desplazados, mƔs de 100.000
desaparecidos, 3.000 sindicalistas asesinados, y un promedio de 10.000
asesinatos con tinte polĆtico al aƱo. Cifras que superan la criminalidad que
vivieron los paĆses del cono sur latinoamericano bajo las terribles dictaduras
de los aƱos 1960 y 1980.
Recordemos que Colombia, aparentemente, es una democracia. Lo dicen la ONU y otras organizaciones internacionales de derechos humanos: la casi totalidad de muertes son producidas por agentes del Estado y sus paramilitares. La inmensa mayorĆa de asesinados no son guerrilleros ni sus posibles colaboradores. Bien lo expresa Unai Aranzadi, el director del documental La Colombia invisible: “Si superponemos el mapa de la presencia de las multinacionales y de los grandes megaproyectos económicos, sobre el mapa de la presencia paramilitar, veremos que coinciden perfectamente.” AdemĆ”s de tener mĆ”s efectivos en sus Fuerzas Armadas que cualquier otro paĆs de AmĆ©rica Latina, se calcula que 20.000 paramilitares estĆ”n bajo su mando, sembrando el terror, haciendo el trabajo sucio y financiĆ”ndose con el trĆ”fico de cocaĆna. El trabajo de Unai se titula La Colombia invisible porque muestra una Colombia que no existe para los grandes medios hegemónicos de comunicación. Ellos relegan a la insignificancia el dolor y la muerte de miles y miles de humanos, quizĆ”s porque casi todos son pobres. Nada importa que se descuarticen mujeres, bebĆ©s, adolescentes y ancianos a machete o motosierra; que para desaparecer los cuerpos sean arrojados a lagunas repletas de cocodrilos, criados para tal fin, o quemados en incineradores, como lo hizo el nazismo. Hace pocos aƱos se encontraron mĆ”s de dos mil cadĆ”veres en una fosa: el EjĆ©rcito nada sabĆa, aunque pocos metros la separaban de una instalación militar. Esto no existe para el mundo, porque la gran prensa oculta o tergiversa. O las dos cosas. Unai fue a Colombia, y por poco no se recupera de lo que vio y filmó. Recuerdo cuando me contó que ya tenĆa ese testimonio listo para ser mostrado, pero, ¿dónde? ¿En quĆ© sala? ¿A quiĆ©n le podrĆa importar el tema? QuerĆa hacer copias y regalarlas. Pero el contenido de su obra es tan humanamente terrible y, en especial, honesto, que ha ganado ya varios premios internacionales.
Cuando vi el documental me volvió a doler mi Colombia, repleta de riquezas como pocos paĆses en el mundo, y con millones de sus gentes que huelen a pobreza y sufrimiento. Pero que ante cualquier esperanza de una vida mejor sonrĆen optimistas.
Hernando
Calvo Ospina, periodista colombiano. Autor de Colombia, laboratorio de
embrujos. Democracia y terrorismo de Estado, prólogo de Ignacio Ramonet,
Foca, Madrid, 2008
Tomado del Le Monde Diplomatique
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