Pablo
Serrano, maestro de alegrías y conciencias emancipadoras y libertarias, partió
la mañana del 22 de julio para dictar la clase inaplazable de la vida.
Seguirá dando cátedra desde los campos de Zapatoca, aquellos que ahora serán
los encargados de cultivar su cuerpo en una fusión con la tierra donde florecerá
la vida, la rebeldía y el amor.
Para
toda su familia, desde REMAP enviamos un profundo abrazo en estos momentos de reflexión;
y para nuestro amigo Camilo, todo el cariño y la fuerza para continuar el sueño
compartido de su padre, agitador de estrellas y caminos en la construcción del
mundo justo que pronto habremos de cabalgar.
A la memoria del Maestro Pablo Serrano
2014/ Julio 24/ REMAP/ Por: Wilson Sánchez Jiménez
La vida del maestro Serrano dejó huella con cada palabra y hecho que generaba. Wilson Sánchez, quien vivió cada una de sus enseñanzas en la Universidad Nacional en Palmira, nos retrata la memoria del hombre que embriagó de lucidez a toda una generación de luchadores y pensadores que siguen trabajando por el bienestar y la vida digna del pueblo colombiano.
PABLO SERRANO ESTÁ CON NOSOTROS
¡Qué
ausencia tan sentida!, ¡qué partida tan inesperada!, ¡qué lluvia de suspiros
habitan el hondón de mi espíritu!, ¡qué tristuras se agitan en todos los chancletos[1]
que amamos a Pablo Serrano! Y cómo las evocaciones de sus palabras se
despiertan, toman nombre, se hacen móviles y cincelan nuestro carácter que debe
ser éticamente emancipador.
Este
acontecimiento tan duro, nos recuerda la urgencia de edificar el humano
libre, aquel que Pablo siempre nos dibujó, y procuró ejercerlo con su
coherencia. En este instante cósmico, en medio de los ventarrones sobre
los lomos rocosos de los Andes, que anuncian los vientos de agosto, y con
los ojos cristalinos, detento en mis manos, un memorable regalo que me entrego
Pablo Serrano, me refiero a los dos tomos completos de la Historia de la
Revolución Rusa, de Leon Trotsky, este regalo fue acompañado de toda una mañana
y gran parte de la tarde, de un deslúmbrate desencadenamiento de la palabra,
narrando detalladamente el sacrificio y el temple del pueblo ruso en su lucha
por edificar una revolución. Pablo, me enseño y me presento la fértil poesía de
León de Greiff, desde ese instante, me prometí ser un auténtico Acontista. ¡Qué alegranza, la mañana
luminosa cuando lo conocí!, hablaba y lenguajeaba cómodamente debajo de los árboles
de mango, en la Universidad Nacional en Palmira; me lo presento Marcos
Castillo, a quien tanto quiero. Aún recuerdo cómo sus risas libertarias me
acariciaron la existencia toda. Pablo Serrano me generó un enamoramiento
profundo por la senda del saber libertario y creador, el amor por la
literatura comprometida con la vida; un viejo querendón, franco tirador de la
historia, de aquella que durante siglos nos han impuesto los Estados
criminales a sangre y fuego.
Pablo
Serrano, era el agitador de la conciencia del grupo de base de la universidad,
era un verdadero sabedor, siempre lo rodeaban: Paco, Marcos Castillo, Harold
Libreros, Braulio Mápura, y todos nosotros, nutriendo un ágora de fraternidades
y sueños, anunciando la necesidad de la democracia directa. Escuchando a Pablo
Serrano, la imaginación se desbordaba, pues su jovialidad y vitalismo lo ubicaba
como un hombre de este mundo; era una urna de alegrías. Puedo decir
abiertamente que Pablo Serrano nos enseñó a comprender y a cuidar el
cariño de los amores contrariados. Que bello Pablo Serrano, verlo, loco de
contento, y de la mano de su pequeño hijo Camilo. Sus visitas a la universidad
eran fiestones, cátedras itinerantes por todo lado, en las cafeterías, en los
corredores, bajo las frescas sombras de los árboles nativos vallecaucanos, en
los caminos que conducen a la estación del ferrocarril; cada visita de Pablo
Serrano al campus universitario era un aguijón contundente al nepotismo
congénito, que sigue dirigiendo y administrando la vida pública de la
universidad como una caja menor de un grupúsculo de bandidos. Con el maestro
compartimos algunos momentos de bohemia también: asistimos donde Tarrino,
Heraldo, en casa de Marcos Castillo, nunca sucumbió su sonrisa…
Anoche
agoté la penumbra, fumando muchos tabacos y evocando la imagen de un hombre
libre que retumba en mi estancia por este mundo, ahora que tengo un bonito
tiempo para la evocación y la añoranza, es increíble cómo germinan las
enseñanzas de un maestro que sigue entre nosotros. Son infinitos los ritornelos
de su narrativa, que surgen a cada recuerdo, pues, en cada palabra brotan
bonitos momentos que son muchos y que anidan en mi formación que a Pablo
Serrano tanto le debo...Saludo y fuerza a Mercedes, Camilo, a su hermana, a
Pablo y toda su gran familia, a los presentes y a los ausentes. Me
despido de algo que me compartió mi Maestro Pablo Serrano:
RELATO
DE SERGIO STEPANSKY
¡Juego
mi vida!
¡Bien
poco valía!
¡La
llevo perdida
sin
remedio!
Erik
Fjordsson
Juego
mi vida, cambio mi vida,
de
todos modos
la
llevo perdida...
Y
la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la
dono en usufructo, o la regalo...
La
juego contra uno o contra todos,
la
juego contra el cero o contra el infinito,
la
juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en
una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la
juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a
todo lo ancho y a todo lo hondo
—en
la periferia, en el medio,
y
en el sub-fondo...—
Juego
mi vida, cambio mi vida,
la
llevo perdida
sin
remedio.
Y
la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la
dono en usufructo, o la regalo...:
o
la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo,
todo me da lo mismo:
lo
eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...
Todo,
todo me da lo mismo:
todo
me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde
se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio
mi vida por lámparas viejas
o
por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por
lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por
los colgajos que se guinda en las orejas
la
simiesca mulata,
la
terracota rubia;
la
pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio
mi vida por una anilla de hojalata
o
por la espada de Sigmundo,
o
por el mundo
que
tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...
Cambio
mi vida por la cándida aureola
del
idiota o del santo;
la
cambio por el collar
que
le pintaron al gordo Capeto;
o
por la ducha rígida que llovió en la nuca
a
Carlos de Inglaterra;
la
cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por
once gatos de Angora,
por
una copla, por una saeta,
por
un cantar;
por
una baraja incompleta;
por
una faca, por una pipa, por una sambuca...
o
por esa muñeca que llora
como
cualquier poeta.
Cambio
mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con
arreboles);
por
un gorila de Borneo;
por
dos panteras de Sumatra;
por
las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o
por su naricilla que está en algún Museo;
cambio
mi vida por lámparas viejas,
o
por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...
¡o
por dos huequecillos minúsculos
—en
las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la
hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!
Juego
mi vida, cambio mi vida.
De
todos modos
la
llevo perdida...
León
de Greiff
RELATO
DE GUILLAUME DE LORGES
Yo,
señor, soy acontista.
Mi
profesión es hacer disparos al aire.
Todavía
no habré descendido la primera nube.
Mas,
la delicia está en curvar el arco
y
en suponer la flecha donde la clava el ojo.
Yo, señor, soy acontista.
¡Azores
y neblíes, gerifaltes, tagres, sacres, alcotanes,
[halcones
acudid
a la voz del acontista!
y
enderecemos nuestras garras a la conquista
de
las nubes, volubles como los corazones...
y
—cual los corazones— inmutables.
Yo, señor, soy acontista.
También
he sido juglar en los mesones.
Revendedor
de bulas.
Tañedor
de laúd.
Y
tragador de fuego y engullidor de sables.
Y
bufón en las ferias.
Damas
de los castillos a catar diéronme frutos de
[acendrada
virtud:
¡noches
de bendición!
Otras
noches fueron bien miserables.
Yo, señor, soy acontista.
También
me he entretenido en cosas serias:
conocí
al asno de Buridán
y
al propio Buridán, que estuvo en la Tour de Nesle
(alguna
vez fui con él,
pero
me devolví de la poterna)
y
vi ahorcar en Montfauçon
a
Messire Enguerrand de Marigny.
Poco
en letras leí...
mas
sí he bebido buenos vinos, paladeado vianda tierna,
y
comido del mejor pan.
Yo, señor, soy acontista.
Mi
profesión es hacer disparos al aire.
¿Todavía
no habré descendido la primera nube?
También
soy jugador de dados
y
tengo mis ribetes de asesino.
Presumo
haber —en lontana ocasión— hurtádome los
[vasos sagrados
de
ya no sé qué iglesia, abadía o convento.
(Creo
que han sido mías varias esposas de Jesús,
cuyos
votos de castidad y su amor al esposo divino
fueron
plumas al viento
y
golondrinas migratorias que soltaron su vuelo desde la
[Cruz...)
¡Azores
y neblíes, gerifaltes, tagres, sacres, alfaneques,
[halcones:
acudid
a la voz del acontista!
Y
enderecemos nuestras garras y nuestros picos a la
[conquista
de
las nubes volubles como los corazones...
y
—cual los corazones— siempre iguales.
Yo, señor, soy acontista.
También
resulto un poco lento y un mucho largo en las
[mis relaciones...
Juzgo
que hay caso de fantasía en mi rapsodia:
pero
ni yo soy Tácito, ni aquestos son Anales…
¡Tampoco
he de cantar la palinodia
ni
de irrumpir en monótonos trenos!
Yo, señor, soy acontista.
Nada
más. Nada menos.
Y
tengo sueño y tengo sed, señor. ¡Salud! ¡Y abur! señor,
[¡abur! Y hasta otra vista.
León
de Greiff
[1] “Chancleto”
fue el término utilizado por la derecha y los reaccionarios de la Universidad Nacional
en Palmira para señalar a quienes al rededor del maestro Pablo Serrano
conformaron un grupo de estudio que cuestionó el orden establecido y promovió
el pensamiento crítico al interior de la universidad. “Chancleto” proviene de “chancla”,
un tipo de calzado que caracterizó al maestro Serrano y que no gustó a la moda
académica de la moral burguesa. Al final la chancla aplastó en infinidad de
debates a la derecha de esos años. Hoy los chancletos son recordados, mientras
que quienes trataron de desprestigiarles quedaron condenados al olvido, y solo
se les recuerda por sus infamias y estupideces. Nota REMAP
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