Uno de los peligros que representa la aplicación dosificada, gradual y progresiva de la represión, es que las víctimas van asimilando subjetivamente las dosis y terminan considerando la situación como algo normal.
2015/ Febrero 5/ Derechos Humanos/ Por: Interno de la cárcel
Dar un calificativo sobre la Penitenciaria de Máxima Seguridad de Valledupar: “La Tramacúa” como “Campo de concentración”, “Centro de tortura”, “Depósito de
Seres humanos”, “Cementerio de Libertades”, “Guantánamo de Colombia” o “Gulag”,
puede parecer a los ojos prevenidos un exabrupto, una expresión peyorativa muy
fuerte o un epíteto tremendista, fruto de alguien resentido para desprestigiar,
deformando arbitrariamente la realidad. Y puede ser así. En la memoria
colectiva estos conceptos remiten a formas bestiales de encierro y exterminio
sistemático y planificado propio de regímenes criminales y totalitarios; una
forma abierta de ejercicio de la violencia y la tortura, cuya última expresión
han sido los centros de la CIA en Guantánamo o ABÚ GRAI.
Uno
de los peligros que representa la aplicación dosificada, gradual y progresiva
de la represión, es que las víctimas van asimilando subjetivamente las dosis y
terminan considerando la situación como algo normal; y sólo cuestionarán
algunos “excesos” que superan la “cotidianidad”. Es por ello, que solo un
observador externo, tiene esa capacidad de sobresaltarse dando una ojeada sobre
“la trivialidad”. Algunos de nosotros, pese a estar en las entrañas del
monstruo, aún conservamos un mínimo de humanidad y todavía poseemos esa
sensibilidad de indignación y no nos resignamos a que la violencia física y
sicológica sea la cotidianidad. Por ello, de manera escueta, pretendo exponer nuestra
vivencia para que ustedes, lectores, juzguen sobre la convivencia o no entre el
objeto y su concepto:
1.
La esperanza, ese sentimiento que según Federico Nietzsche le permite al hombre
soportar una vida miserable.
La
penitenciaría La Tramacúa fue diseñada para funcionar sin agua. Las primeras
denuncias obligaron a la construcción de un tanque, pero luego se evidenció que
las tuberías no tenían suficiente capacidad, que la presión no era la indicada,
que la bomba no tenía suficiente potencia, y luego, que los finqueros se
pegaban del tubo para proveer agua a sus predios. A pesar de que se destinaron
$2.100 millones para reparar la red hidrosanitaria, que al parecer cayeron a un
bolsillo roto, no se ven obras concretas a un año de iniciadas. Son ya 13 años
sin agua durante las 24 horas, y sigue el suministro por apenas unos minutos al
día, que se aprovechan como se puede: un poco se almacena en canecas llenas de
lama para llevarlas a la celda, pues la institución no dota de recipientes, y
los pocos baldes que logran hacer los presos son decomisados por la guardia en
los operativos e impidiendo su reposición.
La
falta del preciado líquido hace del hábitat una cloaca, olor a orines, a
materia fecal, a podrido, proliferación de moscas y lo que de esto se desprende:
constantes diarreas, hongos en la piel, forúnculos y enfermedades
respiratorias.
Ausencia
de lavaderos para la ropa y los portas, pues unas máquinas que había para el
lavado de la ropa no volvieron a funcionar.
Asimismo,
la planta de tratamiento de aguas residuales no funciona y son comunes el
taqueado de las cañerías y la devolución de las aguas negras en el invierno.
Aunque
se superan épocas donde se nos privó de agua potable hasta por una semana con
arrumes de materia fecal en los inodoros; entre un horario de agua y otro, las
heces deben apilarse.
2.
PESADILLA KAFQUIANA
Como
en El Proceso de Franz Kafka, la administración penitenciaria se
erige en un entramado burocrático despersonalizado, donde sólo funcionarios de
bajo perfil hacen un listado de necesidades entre amodorrados y escépticos. Lo
único cierto es que cualquier gestión de tipo administrativo sólo es atendida
luego de muchos derechos de petición, tutelas e incidentes de desacato. La
norma para todo derecho de petición de tolerancia es que debe ser tutelado para
obtener una respuesta evasiva que implica un incidente de desacato y lo más
grave es que ni los mismos jueces hacen cumplir sus órdenes al, supuestamente,
derecho fundamental tutelado. No sólo hay gran número de tutelas individuales ganadas
sin cumplir, sino también colectivas como las del acceso al agua y la dotación
de recipientes, el deporte, el hacinamiento, el servicio de televisión por
cable, los lavaderos, el mejoramiento de las áreas conyugales y cubículos de
visita y parques infantiles. Lo mínimo que es dotar el almacén de expendio de
productos básicos para la higiene como papel higiénico, jabón de lavar y de
baño, enjuague bucal, seda dental, lavaplatos, entre otros artículos, se
retrasa hasta por tres meses y en llegan pequeñas cantidades, y solo se
obtienen luego de protestas y amenazas de gas y garrote.
3.
EL CÁNCER TERMINAL DE CAPRECOM
La
primera cifra de tutelas la tienen los derechos de petición y la atención en
salud. Con grandes dificultades, se accede a una cita médica general, pues
apenas se logra la atención por parte de una enfermera con los conocidos
placebos. Y la atención especializada, solo con la interminable espera y la
lucha jurídica ante los jueces para que las EPS les den cumplimiento a las
tutelas, mientras el recluso ve cómo se deteriora su estado físico y su
esperanza de vida. Tres muertos van en los últimos tiempos por la desatención
en salud, y no sabemos a cuántos muertos estamos para que haya sensibilidad. Un
mes, tardaron en la última brigada médica para entregar los medicamentos y
muchos internos quedaron sin ellos. Una epidemia (virus) que azotó la torre 5
por una semana sólo fue atendida ante la decisión de ir a la desobediencia, se
trató con acetaminofén y loratadina y el uso de una inyección de dipirona
rendida en tres dosis con solución salina para que alcanzara.
4.
UN RÉGIMEN DE TERROR DESDE LA 26
La
Tramacúa fue concebida como una penitenciaría de castigo con la asesoría del
Buró Federal de Prisiones de los Estados Unidos, luego de haber declarado como
política internacional la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Su
régimen es especial y altamente restrictivo, diferente a cualquier otro centro
penitenciario de Alta Seguridad del país, orientado directamente desde la
Dirección General del Inpec en la calle 26 en Bogotá; cargo que como es
costumbre ya es ejercido por un miembro de la Fuerza Pública, activo o en
retiro; resultando así el Director Local figura decorativa, pues el poder real
del penal es asumido por los cuadros de mando del cuerpo de custodia y
vigilancia apalancados desde la Dirección General. Es así, como prima la
seguridad y el castigo por encima de la resocialización y el trato digno y
humano, aplicando una política de sojuzgamiento y represión con uso
desproporcionado de la fuerza para contener cualquier manifestación de
protesta. La tortura física y psicológica como método para doblegar al
individuo y destruir su personalidad, convirtiéndolo en instrumento dócil.
Se
han hecho célebres en estas prácticas varios mandos mandos destacados del Inpec
por su eficiente “servicio”, y el uso de bachilleres para propinar golpizas a
los presos como parte de su “entrenamiento”. Al gas pimienta, aplicado en los
genitales, el ano y el rostro, se suma el uso de bastones de mando, las patadas,
los golpes contra un ser humano reducido, esposado a veces con el célebre
‘escorpión’. Hoy se han sumado las descargas eléctricas con el tábano que
popularizó uno de los cabos de la guardia. Y luego de la golpiza y la tortura,
el aislamiento en celda por más tiempo que los 5 días que contempla la última
enmienda al reglamento, o el encierro en una celda llena de excrementos,
conocida como Villa Mosquito, donde se debe pernoctar esposado por una noche,
después de la cual el preso es devuelto con contusiones, laceraciones en el
cuerpo y los ojos inflamados por el gas y el trasnocho, a su torre de
reclusión.
La
mayoría de presos sometidos a estos tratos soportan la tortura sin denunciar,
pues temen futuras represalias, a más de que el policía judicial omite cumplir
con su labor de recepcionar la denuncia, encubriendo en solidaridad de cuerpo a
sus compinches, el ministerio público: Defensoría y Personería, hacen de la
vista gorda, no se presentan a constatar los hechos, ni propiciar la denuncia,
mucho menos hacer seguimiento a las actuaciones. Muchos procesos ante las
Fiscalías locales reposan a la crítica de los ratones, esperando el
vencimiento. Los agentes de tortura impunes son trasladados cuando se hacen
célebres, a otras cárceles y penitenciarías. Han existido directores locales
que con su silencio y convivencia encubren dichas prácticas, quienes en mayo
del 2011 autorizaron el ingreso del Grupo de Reacción Inmediata GRI del
Inpec para disolver una protesta generalizada con el uso de bombas de aturdimiento
y hasta 80 cápsulas de gas en la torre No. 1, todo contra presos inermes que
protestaban colgados en la estructura. O la administración que se desentendió
de la gestión administrativa dejando en manos del cuerpo de custodia y
vigilancia el control total de la penitenciaría retrocediendo ésta a épocas
pasadas de total desgreño administrativo y predominio del terror. Cualquier
director que pretenda administrar eficiente y humanamente debe enfrentar la
contraposición de la guardia.
A
estas prácticas no han escapado ni los familiares y amigos de los presos;
sometidos a requisas indignas, los falsos positivos del canino, la operación
tortuga para el ingreso y la devolución arbitraria con cualquier pretexto luego
de más de 10 horas de viaje para compartir hasta menos de dos horas con su ser
querido.
5.
ESTIGMATIZACION, EXCLUSIÓN, SEGREGACIÓN Y AISLAMIENTO
La
mayor parte de la población reclusa de la penitenciaría es foránea; en la
realidad prisioneros a quienes se aplica una pena de destierro de su lugar de
origen, alejados de su núcleo familiar y social, a quienes se les coloca un
‘INRI’ de ser los más peligroso, abyecto y vil. Así se evidencia de las tesis
elaboradas por las autoridades del orden local, regional y nacional:
-TESIS
DEL CONEJO
Supuestamente
los predios donde se construyó la Tramacúa fueron entregados al gobierno
nacional por el Municipio, para construir la Cárcel Judicial; pero el gobierno
los aprovechó para construir una Cárcel de Máxima Seguridad en convenio con los
gringos para encerrar a los delincuentes más peligrosos provenientes del
terrorismo y el narcotráfico, afeando la región.
-
TESIS PELIGROSISTA
Se
justifica que la existencia de la penitenciaría trajo a la región estructuras
criminales de las personas recluidas, lo que ha disparado las extorsiones y el
sicariato. La captura de Sonia (Nayibe Rojas) fue el acicate para abrir un
pabellón de mujeres, en el que nunca estuvo recluida esta guerrillera; pero que
sirve para evidenciar ante el mundo el verdadero calado de este centro como
centro de castigo y de tortura; lo cual condujo al cierre de dicho pabellón por
la denuncia y la presión internacional.
-
TESIS DE TUTELITIS
Los
habitantes del Barrio Dangond ganaron tutela para que la Cárcel Judicial fuera
sacada de sus predios. La administración reclama al gobierno nacional bajar el
perfil de la Penitenciaría para albergar a sus presos. Los presos de la
penitenciaría ganan tutela para que no se siga hacinando mientras no se
resuelva la problemática del agua, y el Inpec amenaza con entutelar para que se
permitan seguir hacinando personas en este estercolero.
En
conjunto, los reclusos de la Tramacúa, somos considerados la escoria, se nos
hacina como animales en condiciones degradantes, se nos estigmatiza y segrega
mediante cálculos para esconder la ineptitud de la clase política. La afrenta
contra nuestras familias y el desarraigo nos lleva a quedar solos y aislados.
Estamos en el patio durante 9 horas sin reales actividades de redención, pues
ni siquiera se nos permite el ingreso de materia prima como el papel periódico
para realizar artesanías, y se cuenta con un colegio ficticio de nombre
altisonante Paulo Freire, pero que poco conoce de la Pedagogía del Oprimido,
sin actividades recreativas, culturales o deportivas. Son 15 horas hacinados y
encerrados en grupos de tres en las celdas, sin acceso al agua, sin
ventiladores para soportar las altas temperaturas, sin toldillos para
defendernos de los zancudos y sin posibilidad de un radio transistor para
escuchar noticias o disipar el encierro escuchando música.
6.
PARODIANDO A GOYA: TRISTE HAZAÑA CON PRESOS
El
resultado no puede ser más nefasto de una máquina de destrucción de lo humano.
El crecimiento del número de “farmacodependientes” que entraron sanos al
establecimiento y hoy deben recurrir al uso de drogas psiquiátricas para poder
soportar el encierro; y en sus brazos y cuello, las huellas de la enfermedad de
las rejas; tasajeados con cuchillas para que cumplan con los medicamentos o
porque se les brinde cualquier atención. El miedo a exigir del Estado el cumplimiento
de sus obligaciones dado el carácter de sujeción en que se encuentra la persona
detenida respecto a la autoridad penitenciaria Inpec o para que se respeten sus
derechos fundamentales; pues prefieren no luchar por ellos, para que sus
familiares no se vean afectados en las visitas; así deban esperar a la entrada
del penal sin acceso a un baño público o realizar la visita conyugal en un
mísero cuartucho en condiciones indignas; pero al menos que se les permitan
unos pocos instantes de humanidad; o no ser golpeado o humillado; rociado con
gas o sometido a descargas eléctricas. Esto es el total quiebre de la
resistencia y negación de su humanidad.
Juzguen
ustedes sobre la conveniencia o no de la denominación.
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