El 22 de abril el Frente Amplio por la Paz presentó el cuarto informe de veeduría al cese unilateral al fuego declarado por las Farc. El acto público se realizó en las instalaciones de la Universidad Surcolombiana en Neiva, capital del departamento del Huila.
Cuatro
meses completa el cese unilateral al fuego declarado por las Farc. La negativa
del Gobierno de frenar las hostilidades y continuar atacando a este grupo
insurgente sigue ocasionando muerte y zozobra en la población civil.
Infinidad
de comunidades que a pocos metros de sus hogares padecen la guerra, saben el
porqué de la exigencia al Gobierno del cese bilateral al fuego. Sin embargo
esta realidad contrasta con la ceguera de aquellos que observan el conflicto
colombiano desde la comodidad de sus televisores, los mismos que terminan
siendo presa fácil del odio promovido por los medios de comunicación que viven
del orden de iniquidad existente.
Conscientes
de esta realidad, y fiel a su compromiso de superar la guerra en Colombia, el Frente Amplio por la Paz presentó su cuarto informe de veeduría al cese unilateral al
fuego declarado por las Farc, donde se vislumbra la importancia de vencer el
odio y encontrar caminos de reconciliación hacia la paz con justicia social.
De
este nuevo documento trascendentales conclusiones y recomendaciones se
desprenden, entre ellas que el Gobierno pare las hostilidades y acuerde el cese
bilateral al fuego como un hecho real en beneficio de la vida y la búsqueda de
la paz. Anota el informe que “se debe
trabajar por la recuperación de un esfuerzo en entender las ventajas del CESE
BILATERAL, y por el desmonte de los factores que mantienen, en riesgo el Cese
unilateral por parte de las FARC-EP, como los llamados Planes de Consolidación,
Planes de Control Territorial, y desmonte de los teatros de guerra, que traen
consigo aumentos inusitados de tropa y bombardeos, en los cuales la población
civil, es la más afectada”. (Ver informe)
Otro
dato importante son las cifras de integrantes de las Fuerzas Armadas que, de no
ser por la tregua unilateral de las Farc, podrían haber muerto: “Un cotejo de datos realizados por el Frente
Amplio permitió proyectar con base en los resultados de los años 2009 al 2011
(años en que no comenzaban las negociaciones) que aproximadamente 160
integrantes de las fuerzas armadas habrían perdido la vida y que alrededor de
1000 estarían heridos, si no estuviera en desarrollo la actual fórmula de cese
unilateral”. (Ver informe)
Cerca de 160
vidas salvadas y 1.000 heridos que se evitaron con la tregua de las Farc son cifras que
no ocupan titulares de prensa, y que para una sociedad sensata son razones
suficientes para continuar exigiendo un cese bilateral de hostilidades al
Gobierno.
Los hechos del
14 y 15 de abril en el Cauca
Durante
la decisión de las Farc de detener las acciones ofensivas contra la Fuerza
Pública, anota el informe que aproximadamente 27 insurgentes han muerto, 14 han
resultado heridos y 12 han sido detenidos. Estos hechos presentan un panorama
de provocación y asedio constante de parte del Gobierno que saca provecho
militar de un actor armado que ha decidido no atacarlo mientras dialoga de paz.
Dentro
de este clima de guerra deben analizarse los sucesos del 14 y 15 de abril, los
cuales cobraron la vida de 11 soldados y un guerrillero en la vereda La
Esperanza del corregimiento El Porvenir, en el municipio de Buenos Aires. Porque
por un lado nos encontramos un escenario que reclama el esclarecimiento de lo
ocurrido (¿acción ofensiva o defensiva de las Farc?),
pero desde otro punto de vista la amplitud del contexto también exige analizar
el comportamiento del Gobierno dentro de la guerra.
Después
de cuatro meses de tregua unilateral de las Farc, el Gobierno colombiano se
niega a acordar el cese bilateral al fuego que reclama la sociedad. Son cuatro
meses donde las Farc han visto morir a sus hombres a pesar de decidir no atacar
a la Fuerza Pública. Esto, en un escenario de guerra, eleva las alertas y
aumenta la desconfianza de la insurgencia frente a un adversario que aprovecha
los gestos de paz para sacar provecho militar. ¿Cómo evitar más muertes, heridos y capturas cuando te has atado de
manos ante la ofensiva de las Fuerzas Armadas que desembarca tropas y toma
posiciones estratégicas? Esta es la pregunta que a diario debe pasar por
las mentes guerrilleras, y que en un escenario de guerra les lleva a tomar
decisiones donde la frontera entre lo ofensivo y defensivo se puede traspasar fácilmente,
puesto que es la vida lo que está en juego frente a un adversario (el Gobierno)
que ataca a quien ha decidido no hacerlo (la guerrilla).
Fuerza
Pública, guerrilleros y población civil han sido víctimas de la política de
guerra del Gobierno que durante estos cuatro meses se ha negado a acordar un
cese bilateral al fuego. Muertes y heridos que podrían haberse evitado, hoy
hacen parte de las estadísticas del conflicto colombiano que madres y familias
lloran por igual sin importar el bando de procedencia.
La “otra” guerra
Al
igual que en anteriores informes del Frente Amplio, queda claro que los ataques
a defensores de derechos humanos, movimientos y líderes sociales, se recrudecen
a diario evidenciando la ausencia de
garantías para la oposición y participación política en Colombia. Denuncia el
documento que en lo transcurrido de este año “19 defensores de derechos humanos han sido asesinados, y que cerca de
300 han recibido amenazas”. Además detalla que “han circulado panfletos amenazantes y se han recibido llamadas
telefónicas amenazantes en Sucre, Santander, Valle del Cauca, Meta, Putumayo,
Bogotá, Cauca, Antioquia, Chocó y Atlántico”, y reporta el asesinato de “al menos 13 personas en Putumayo, Bolívar,
Caldas, Bogotá y Cauca”. También denuncia que las Fuerzas Militares han violado
los derechos humanos en casos de empadronamiento e intimidación a civiles y miembros
de organizaciones sociales. (Ver anexo del informe)
Leer la tregua
unilateral desde la realidad de la guerra
Medir
el cumplimiento del cese unilateral al fuego de las Farc desde la óptica de las
acciones militares realizadas por esta insurgencia, resulta una medición incompleta
y desfasada de una realidad concreta. El escenario de guerra planteado por el
Gobierno demanda un ejercicio de compresión que supere las estadísticas, las
cuales constituyen solo un elemento de análisis para el contexto en que se
desenvuelve el conflicto colombiano.
Actualmente
observamos un escenario desigual donde solo las Farc han renunciado a las
acciones ofensivas, mientras que el Gobierno continúa con las operaciones
militares en su contra. Producto de este orden desigual de la confrontación
armada, en algunas oportunidades veremos que la frontera que divide lo
defensivo de lo ofensivo se traspase, o se torne compleja para su análisis por
las mismas lógicas de la guerra, o imposible de determinar cuando lo que prima
es la supervivencia en medio de la desventaja de una tregua unilateral
prolongada en el tiempo.
En
este sentido las posibles violaciones a la tregua de las Farc se deben medir en
términos de si esos hechos representan acciones aisladas producto del calor de
la guerra desigual, o si por el contrario tienen un carácter sistemático
independientemente de las situaciones de la confrontación armada.
Teniendo
en cuenta lo anterior podemos afirmar que
se ha cumplido con el cese al fuego unilateral, en tanto que los informes
demuestran que las pocas acciones ofensivas atribuibles a las Farc
constituyen hechos aislados dentro del contexto de desventaja militar que deja la
tregua unilateral, la cual es aprovechada por el Gobierno para continuar
atacando sin importarle las muertes que ello acarrea.
Parar
el derramamiento de sangre es un paso importante mientras se discute la paz de Colombia.
La posibilidad de cumplir con este objetivo se mantiene en tanto que las Farc han ratificado la continuidad de la tregua unilateral, caso contrario
al Gobierno que ha preferido continuar por la senda de la guerra y sacrificar
la vida de gente humilde que son quienes van a morir en combate.
La
exigencia del cese bilateral al fuego es una decisión política de la sociedad
colombiana que se manifiesta en todos los ámbitos, pero también es una decisión
humanitaria que busca proteger la vida por encima de quienes promueven el odio
desde la comodidad de sus asientos, micrófonos y cámaras serviles.
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