Como ‘Rápido & furioso’ pasó Fernando Vallejo por la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz

Los escritos e intervenciones de Fernando Vallejo terminarán igual que franquicias del cine como Rápido y furioso, con mucha acción eso sí, pero sin trama y con un argumento cada vez más pobre.

Nos queda la firme convicción de continuar trabajando por la paz con justicia social y la Constituyente Nacional de Arte y Cultura. Porque contra todos los pronósticos, incluyendo los míos en estado de sobriedad, la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz no fue solo un escenario para exhibirse o actualizar el perfil de Facebook.
 Fernando Vallejo y Alfredo Molano. Foto: Yankel Sandoval / RAPSO

2015/ Abril 14/ Arte y Cultura/ Por: Alexander Escobar*

¿Qué queda después de siete días de discusiones e infinidad de eventos y personajes desfilando por cámaras y micrófonos? Además de farándula, también queda cansancio, noviazgos pasajeros, guayabo por tanta rumba que quizá provoque el nacimiento de nuevos hijos en nueve meses y, aunque suene imposible y difícil de creer, nos deja la firme convicción de continuar trabajando por la paz con justicia social y la Constituyente Nacional de Arte y Cultura. Porque contra todos los pronósticos, incluyendo los míos en estado de sobriedad, la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz no fue solo un escenario para exhibirse o actualizar el perfil de Facebook, así este haya sido el común denominador.

El evento registró 240 delegados de las regiones y otras diez mil personas inscritas que llenaron auditorios según el personaje que querían cazar para la foto o pensando en el artista o concierto de sus apetencias. Por fortuna muchos también asistieron con sincero interés en los paneles de discusión, o para hacerle barra a algún amigo que para la farándula artística e intelectual resulta desconocido.

Situaciones diversas podrían hablar de estos intereses y la diferencia entre unos y otros. Sin embargo, nada más apropiado para abordar el tema que las palabras del escritor Fernando Vallejo durante la cumbre, gran sensación en redes sociales y medios de comunicación que acamparon en su intervención como acudiendo a la borrachera del sensacionalismo (no a la del licor, esa es otra cosa, a la cual respeto y de vez en cuando acudo tímidamente hasta el amanecer).

Vallejo, novelista con una “prosa de vértigo”, como brillantemente lo define Julio César Londoño, es también un excelente provocador. Pero se puede provocar para quebrantar la infamia del mismo modo que para perpetuarla bajo una máscara de irreverencia. Esta vez Vallejo apuntó a lo segundo. Su intervención en la cumbre fue un culto a la personalidad, obviamente a la suya, donde interpreta un personaje que dice estar en contra de las mafias y sinvergüenzas del país. En la forma podríamos decir que así lo hace, no obstante en el fondo sus palabras reproducen los intereses de los grandes medios de comunicación y partidos de ultraderecha como el Centro Democrático, sinvergüenzas y mafias que Vallejo dice criticar, pero con los cuales comulga y repite su versión de la paz y el conflicto colombiano sin siquiera sonrojarse. Tal vez lo haga porque, fiel a su personaje, piense que quienes lo aplauden son seres desafortunados que no debieron venir al mundo, o porque de mafioso y sinvergüenza algo tiene en su cabeza. Si lo último es su caso, no debemos culparle ni juzgarle por ello. Reproducir el odio y los ríos de sangre de estas mafias es su postura política, su ideología más oculta bajo el manto de los aplausos. A pesar de todo el daño que esta política del odio hace, con protocolaria frase de cajón diremos que respetamos sus ideas, aunque no las compartamos. Y acuñemos otras palabras de tipo similar. Artistas cuyas opiniones no registran los medios de comunicación, saben que el conflicto colombiano nace de causas estructurales de iniquidad que se mantienen y deben ser superadas; y han jurado trabajar hasta parar la guerra, lograr la paz con justicia social y acabar con las mafias y sinvergüenzas que se alimentan de titulares de prensa similares a los que usted, señor Vallejo, produjo durante la cumbre.

Pero no cante victoria maestro. No todo puede perdonarse. Algo resulta inaceptable: repetir la versión del conflicto de otros, al punto de utilizar los mismos calificativos, es un atropello a la estética, la imaginación y creatividad. Su condena en este caso no es otra cosa que la mediocridad en que cayó. Espero que todo haya sido por falta de tiempo, porque escribió a la carrera y no logró elaborar un documento a su altura. Aunque, bueno, sin importar cuáles sean las causas, se le desea lo mejor, pues no vaya a ser que Álvaro Uribe y su secta entablen demanda y lo acusen de plagio.

De seguir así, los escritos e intervenciones de Fernando Vallejo terminarán igual que franquicias del cine como Rápido y furioso, con mucha acción eso sí, pero sin trama y con un argumento cada vez más pobre, haciendo de cada palabra un estudio de mercadeo enfocado a un club de fans desafortunados que fueron traídos al mundo para aplaudirle y comprar sus libros.

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*Alexander Escobar es integrante de la RAPSO (Red de Artistas Populares del Suroccidente) y REMAP (Red de Medios Alternativos y Populares)


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