“El lema por el cual he tomado la decisión de hacer este acto es que no haya más cárcel para los indígenas; sí a las granjas de armonización y resocialización. El motivo por el cual busco solución a mi caso, es por estar junto a mi familia en el territorio, si no es posible, es mejor reunirme con mis ancestros”. Civilino Ul, prisionero político.
Municipio de Toribío, Cauca. Foto: www.google.com
2015/ Abril 26/ Derechos Humanos/ Por: Alexander Escobar
La tarde del 25 de abril, el prisionero político Civilino Ul Secue, recluido en la cárcel San Isidro de Popayán, intentó quitarse la vida al no obtener respuesta de las autoridades indígenas que lo condenaron a padecer la tortura de los campos de concentración que hoy llaman “cárceles” en Colombia. La Corporación Colectivo de Abogados Suyana describe lo ocurrido:
(…)
a la 1:00 de la tarde aproximadamente, el
prisionero político Civilino Ul Secue intenta quitarse la vida
mediante herida en el cuello, sus compañeros del pabellón lo encuentran y en el
intento por salvarle la vida llaman a la guardia para sacarlo del patio
mientras perdía mucha sangre. La guardia del INPEC de inmediato lo traslada al área
de sanidad del mismo Centro Carcelario San Isidro de Popayán, donde según nos
informan sus familiares, le suturan la herida y cuando ya lo estabilizan
es conducido nuevamente a su celda. (Ver denuncia)
Para
comprender la decisión tomada por Civilino Ul, es necesario remontarse a hechos
ocurridos el 28 y 29 de abril de 2013 en el municipio de Toribío, departamento
del Cauca, cuando en “Asamblea Comunitaria” con participación de las autoridades
del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) y la ACIN (Asociación de
Cabildos Indígenas del Norte del Cauca), Civilino Ul Secue, John Jairo Mayorga Suárez y
José Manuel Opocué son condenados a 40 años de prisión por presunta
participación en el asesinato de Benancio Taquinás Dagua; condena que fue
cuestionada en su momento por presentar varias irregularidades durante el “juicio”.
Una condena sin
garantías para la palabra
Dos
hechos puntuales ponen en entredicho la “sentencia”. El primero, la ausencia de
una participación amplia de los asistentes al momento de formular la condena. Retomando
testimonios de los participantes, asegura la Corporación Colectivo de Abogados Suyana
que en dicha asamblea “se excluyó a gran parte de la comunidad que estaba en
contra del juicio y ni a los acusados ni a los asistentes se les permitió
hablar para realizar alguna defensa” (Ver denuncia). El otro elemento es la ausencia de pruebas contra los acusados. “Los
audios de la asamblea revelan que los consejeros que presiden la reunión dicen
tener pruebas pero en ningún momento presentan alguna concreta y solo se
limitan a decir que los comuneros son culpables”. (Ver denuncia)
Así,
en un juicio injusto donde la palabra se detuvo, Civilino Ul Secue fue
condenado sin brindarle oportunidad de defenderse, como también lo relata la Red
de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes:
Civilino Ul, públicamente admite ser
miliciano de las FARC, pero aclara que nunca ha atentado contra la población
civil, pero que él sí sabe quiénes son los responsables de la muerte de Alfredo
Rios, dirigente campesino asesinado el día 23 de julio de 2011, cuando era
candidato al Consejo Municipal de Toribio. Inmediatamente le arrebataron el
micrófono e impidieron que siguiera hablando. (Ver denuncia)
Se entregaron pruebas
que demuestran la inocencia
Suyana
junto a comuneros y familiares de los condenados recolectaron pruebas que
demostrarían la inocencia de Civilino Ul y John Jairo Mayorga. Parte de este
material fue entregado al Cabildo de San Francisco en reunión sostenida con
Suyana el año pasado (2014). Sin embargo “la única respuesta que ha habido por
parte de las autoridades indígenas fue comunicarse con uno de los testigos
presenciales del hecho para presionarlo para que dijera que los dos comuneros
eran los responsables. Según información proporcionada por el mismo testigo,
este hostigamiento lo realizaron miembros del Cabildo de Jambaló”. (Ver denuncia)
El suicido no es
por chantaje, es por dignidad
Cuarenta
años condenado a padecer la tortura de la cárcel en contravía de sus costumbres
y tradiciones indígenas, y en condiciones infrahumanas e indignas que afectaron
gravemente su salud (ver carta de familiares a la ONU), lo llevaron a tomar la determinación de intentar
suicidarse, decisión que consigna en carta fechada el 6 de abril:
La decisión del suicidio la he tomado de
la historia de 1492 con la llegada de los conquistadores a nuestros
territorios, donde empezaron a tomar una serie de reglas, represión y
esclavitud; los que se negaron prefirieron suicidarse para ocultar esas reglas
impuestas por estos usurpadores. Hoy
he tomado este ejemplo para no ser sometido más a esta regla impuesta por el
INPEC y nuestras propias autoridades tradicionales. Esto no es un chantaje, es
algo que he pensado hacer por la vulneración a los derechos que tenemos los
indígenas. (Ver carta de Civilino Ul)
De
la carta tendrían conocimiento el CRIC y la ACIN, organizaciones que después de más de un
año de misivas y llamados, finalmente acceden a reunirse para tratar el tema el
23 de abril. La reunión se adelantaría en el centro penitenciario de San Isidro con presencia de
delegados de la Defensoría del Pueblo (Regional Cauca) y Suyana. Pero el CRIC y la ACIN jamás asistieron a la cita; y Civilino Ul, sintiéndose burlado una vez más, dejó en firme la
decisión de suicidarse, desencadenando los hechos que en la tarde del 25 de
abril casi le cuestan la vida.
Hoy
Civilino Ul continúa en firme en su decisión de suicidarse. La injusta condena
a que ha sido sometido por las autoridades indígenas que se niegan a tratar su
situación, refleja la ausencia de una reflexión profunda que busque
alternativas diferentes a los campos de concentración y tortura del sistema
penitenciario colombiano. La autonomía y legislación indígena debe ser ejemplo
de trato digno y justo al ser humano y no la reproducción de la barbarie que,
bajo la figura de “patio prestado”, entrega a sus hermanos a padecer la muerte
lenta de las cárceles.
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