Los fascios en este siglo
recurren a esa justa velocidad del
tiempo, ese es su gran mecanismo, pero su origen no deja de ser el mismo. Se
embriagan bajo la dictadura de la moral,
allí ellos trazan todo un pensamiento, bajo la economía atentan contra la
historia, la vida personal, colectiva, violentan todo un pensamiento crítico.
2015/ Octubre 5/ Por: Sara Leukos
Querido
Profesor,
Miguel Ángel Beltrán
Leyendo
detalladamente su carta realizada desde el penal, me detengo resueltamente en sus líneas. Recuerdo muy bien,
cuando el teatral del Álvaro Uribe Vélez, le dio por cambiarlo de penal, el día
22 de diciembre de 2010. Ante semejante despropósito y situación, ese día realicé un escrito titulado “¿Dónde está el profesor Miguel
Beltrán?”
Después
de 7 años de ir y venir, hoy nada ha cambiado, todo lo contrario, se ha
agudizado más la situación para usted. Condenado a 8 años y tres meses, me parece
que el tiempo-presente se recoge para decirnos en la ignominia represora en que
se halla usted, y los más de 10 mil
presos políticos en Colombia.
En
esta dimensión, le expreso querido profesor: En el siglo XXI, lo fascios no se
mueven bajo esas formas del naciente filo-fascismo del siglo XX, estos se
hallan bajo un pensamiento táctico bien dirigido, Colombia no se escapa a ello.
Hay monotonía en el color. Gris o negro.
El
sol fascista en su más alta esfera, aparece salpicando el asfalto, la calle, el
edificio, la universidad, la casa, el barrio, la vereda y cada transeúnte…
Cada
jolgorio del represor es una nueva parada, como una ópera prima. ¿Dónde están
los fascios en Colombia?, en el Estado, en el centro del poder institucional, bajo
periferias temporales geo-territoriales. ¿Y
dónde reposan? Mire usted, justo en ese pensamiento autoritario, en esa dictadura
moral, bajo una velocidad en tiempo real que desinforma, engaña, que
despolitiza en las micro-ciudades y capitales de los departamentos. Insertos en
la naturaleza del Estado, en el mundo de su clase económica y para-militar. Éstos
no necesitan avanzar a otra etapa, están instalados en su tiempo, que no es el
de otros, ni es el suyo profesor. Como dice usted:
Hoy, 3 de Septiembre cumplo un mes de
estar recluido en estos muros de concreto, privado de la luz del sol y azotado
por los fríos vientos de Agosto que son todavía más gélidos con la ausencia de
mis seres queridos, cuyo contacto físico he evitado para no someterlos a la
indignidad de tener que atenderlos tendidos en el piso sobre una cobija. Pues
estas son las condiciones que nos obliga el INPEC a recibir visitas conyugales
y de niños.
Desde mi confinamiento en este
establecimiento reclusorio de orden Nacional, he sido objeto de abusos
sistemáticos por parte del cuerpo de
vigilancia y custodia de esta penitenciaria.
Justo
en esa barrera del tiempo, que confronta el día de hoy, existe un desafío ante
el abuso sistemático. Es justo, la velocidad del tiempo real sobre las esferas,
lo político, como lo anotara de manera reflexiva el filósofo Ernest Bloch en una
de las cartas, dirigidas a Walter Benjamin en 1933: Existe una cuestión histórica en toda la extensión,… La única razón de
no perder el coraje en la lucha por la existencia. Gran escollo, que se
insiste en Colombia. Nudo central en estos tiempos de la Paz promulgada, que sin
duda depone el tema de la globalización bajo las esferas de la
virtualización y de pasito la guerra con
todo el terrorismo de Estado.
Me
pregunto, ¿cómo podremos avanzar profesor? Los fascios en este siglo
recurren a esa justa velocidad del
tiempo, ese es su gran mecanismo, pero su origen no deja de ser el mismo. Se
embriagan bajo la dictadura de la moral,
allí ellos trazan todo un pensamiento, bajo la economía atentan contra la
historia, la vida personal, colectiva, violentan todo un pensamiento crítico,
donde usted y muchos resisten, instalados de cara al poder y a la vigilancia
del control del Estado. Es la imposición de la violencia en el régimen
carcelario. Aquel que usted replica:
Y violencia física y simbólica
constituye por excelencia el mecanismo
utilizado en las cárceles colombianas, no solo para silenciar a quienes hemos
ejercido el pensamiento crítico, ya sea desde la batalla de ideas, la lucha
social o el recurso legítimo de las armas, sino para hacer desaparecer –como en
un acto de prestidigitación- los problemas sociales que han profundizado la
aplicación de las políticas neoliberales.
Sus
palabras, le imprimen intrínsecamente el curso del Estado doctrinal de la represión
y del autoritarismo en sus más insospechados tentáculos, bajo una política de Estado para-criminalizadora.
No
crea en la indiferencia, profesor Beltrán, estamos atentos al curso de su
historia y de otros prisioneros políticos. Sabemos que la doctrina de seguridad
es una fascitizacion en todos sus
rincones, persigue, in-visibiliza y en su premura doctrinal quiere convertir a
los presos políticos en NN, es decir, desaparecerlos y hacerlos parte del
circuito represor: sin nombre, ni número de identidad, hacinados, ejerciendo sobre
ellos, de manera canalla, una violencia
no solo jurídica, sino física. Esto es lo más atroz. A mí modo de ver, profesor,
es la sístole en la para-criminalización de un Estado y su diástole en su propia
naturaleza: la fascitizacion en el siglo
XXI. Usted lo agrega:
Durante este mes mis actividades
cotidianas han quedado restringidas a una superficie de 130 m2 que comparto con
más de 200 presos. Ese es nuestro espacio vital para la recreación, el deporte,
ver noticias, hacer llamas telefónicas, sacar ropas, realizar el culto
religioso para quienes lo practican, la zona de estudio, de peluquería, y el
área de alimentación.
En
mi opinión, esta para-criminalización tan llana aparentemente, tan soterrada
que pasa sin despertar sospechas y que cuando se habla del tema algunos atisban
a decir, que es solo un hilo del pos-modernismo. ¡Atroz mirada del tiempo-presente!
Así
el Estado en Colombia -mire usted- cómo se ha vislumbrado en la confrontación,
pero no hace el ejercicio de la reflexión. Y así va la sociedad en los tiempos
de guerra. Esto último, apalabrado, sugerido de manera crítica, en una
entrevista realizada en La Habana hacia el Comandante Timoleón Timochenko de
las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia -FARC-EP.
Usted
lo ha palpado, como catedrático, quien ha armado todo un pensamiento de reflexión
política y sociológica, con gran plasticidad histórica sobre las sinuosidades
de confrontación del terrorismo de Estado en Colombia. El Estado es una senda
de eliminaciones, ejerce la señalización
y judicializaciones de orden punitivo en la más profunda violencia jurídica: la
imposición del escarnio público, el desconocimiento de los derechos civiles de un
prisionero político. Esa violencia, sin duda, se extiende aún más, cuando se sale
del régimen carcelario. Es el poder y la vigilancia. Es la dictadura moral de fascitización. Es, sin duda, el curso del
Estado, dañando, confinando al peor destierro la vida de un ciudadano, hacia la
desarticulación del amor, la estigmatización, la desolación sobre los afectos, a
la renuncia de la existencia, perpetuando la ignominia económica, el deambular de un lugar a otro, en el aquí, en el allá, como
lugar transitorio en que mágicamente nos depone el gran filósofo Gastón de Bachelard del lugar
que se es y no se halla. ¡Camino atroz, absurdo, e infame para un ciudadano,
perseguido y confinado por pensar críticamente! Es la academia encerrada con el más vil grillete
invisible, atrapada y encarcelada, bajo los pensamientos que
rigen un sistema: miles de prisioneros políticos, no solo de la academia, sino
hombres del común con toda su existencia crítica.
Es
la paleta de colores, que se ha tornado en
grande nubarrones grises: más de 10 mil presos políticos en Colombia. En ello, es gris
y negro. Ante ello solo queda la reflexión
política, crítica en su más profundo
humanismo para desacuartelar el
pensamiento para-criminalizador -Como
usted lo agrega en uno de sus apartes:-
Porque para un espíritu crítico no hay
cadenas ni barrotes que puedan encarcelar nuestras ideas libertarias. En mi
caso personal he sido condenado a 8 años y 3 meses de prisión, es decir, un
tiempo mayor al que están purgando aquello militares que fueron cobijados por
la impune política de “justicia y paz” porque en Colombia es más peligroso
pensar críticamente que realizar masacres, o cometer asesinatos selectivos,
infligir tratos crueles e inhumanos y despedazar cuerpos con motosierra.
Profesor,
ante esto, ¿cómo comprender, y bajo qué formas el Estado en Colombia abre las puertas a un proceso de Paz, me digo,
cuando en su sala-cuna sus instituciones se han alimentado como la gran flor del
Nenúfar?: bella por fuera, pero en su interior sostenida de las más profundas
aguas podridas… Esto, mis ojos, ya dice de
los caminos que hay que desbrozar.
Pero,
¿sabe?, de ello no hay que preocuparse cuando se tiene claro el camino. Hay que
prepararse con tesón, recogiendo y guardándose para la gran batalla del tiempo-presente.
Es allí donde nada está perdido. Atesorar ideas, desbrozar los grandes cántaros
de la vida, la amistad política para cuando salga el rayo de luz. Así, el ánimo
de voluntades y la acción tesonera, seguro despejará la niebla de tanta ruindad
histórica que le ha tocado vivir a los colombianos.
Mire
usted, ante ello, lo convoco a que continúe escribiendo, armando el
pensamiento, atento, crítico. Ello jamás lo podrán eliminar, estamos atentos.
Nada ni nadie puede acabar con un pensamiento
que está tan vigente como ayer.
mantendré
en alto mi frente, defendiendo mi inocencia y
luchando
porque en Colombia el pensamiento y la palabra
puedan
circular libremente.
Miguel Ángel Beltrán, Académico,
prisionero político en Colombia
Un
abrazo, hasta el retorno.
Sara Leukos
3
de octubre 2015