Parakratos
vivió una guerra interna de más de cincuenta años. Cinco décadas de
confrontación entre el Estado y la guerrilla de la Emancipación Popular Armada
(EPA) dejó una cifra incalculable de muertes, representadas en la población más
humilde de ese país, una realidad que bien podría resumirse en palabras de la
líder campesina Tania Campos: “Los ricos
no van a la guerra; son los ricos quienes la provocaron y ponen a otros a que mueran
por ellos”.
Hoy
se cumplen dos años de firmados los acuerdos de paz entre la EPA y el Gobierno
parakratiense. Mucha expectativa generó en su momento este proceso; sin embargo
el interés de la comunidad internacional quedó detenido en la foto de la paz que
elevó el rating de los noticieros y la imagen de los países que invirtieron,
sin resultados, en la guerra contra la EPA.
En
esta fecha conmemorativa dialogamos con Omar Botero, excombatiente de la EPA, y
quien durante los diálogos, bajo el nombre de ‘Carlos Cimarrón’, se desempeñó
como jefe de la comisión de paz de esta organización guerrillera.
Alexander: A dos años
de firmados los acuerdos, ¿qué ha pasado con la paz?
Omar: El balance no es el
mejor ni el que quisiéramos, aunque no quiero decir con ello que era algo que
pensáramos que no podía ocurrir. Lo que quiero decir es que resultó más cruenta
la paz que la guerra, y más desigual la lucha en las urnas que combatir en el monte
en desventaja, donde tocaba resistir a los bombardeos y el fuego aéreo.
La
guerra siempre ha sido desigual sin importar el lugar, y la paz es una
continuidad de esta guerra que decidimos “parar”. Nosotros dejamos las armas,
pero nuestro enemigo no actuó de igual manera: las encubrió, como siempre, para
asesinar a nombre de otros que llevan sus órdenes con rostro y fusil ajeno. Son
cientos los líderes asesinados por el paramilitarismo parakratiense; y las élites
políticas, con las mafias y la corrupción, mantienen secuestrada la democracia
a través de las urnas. (Leer: Democracia virtual)
Alexander: Después de
este balance, ¿se arrepienten de haber acordado la paz?
Omar: Mucho antes que el
romanticismo revolucionario lo analizara desde sus escritorios, desde sus casas
y universidades, en el monte sabíamos que dejar las armas era una desventaja y
un riesgo cuando se enfrenta a un enemigo desleal.
Muy
a pesar de ello, para nosotros el proceso de paz era un escenario para dejar
las armas y pasar a la política abierta con algunas garantías propiciadas por
los acuerdos. No era la revolución ni la toma del poder, pero era un objetivo
que buscaba generar reformas políticas para beneficio del pueblo y brindar
mejores condiciones para la organización, para la unidad de un frente común,
amplio, donde se pudiera llegar al poder por otra vía que no fuera las armas.
Hay
avances en ello. En algunas zonas del país hemos consolidado procesos
organizativos fuertes. Así que no puede haber arrepentimiento cuando hay un
objetivo claro. Es solo que ahora debemos asumir la desventajas que trae esta
guerra desigual que también se expresa bajo la forma de la paz.
Alexander: ¿Qué avances pueden haber cuando has hablado de asesinatos y una
democracia “secuestrada”?
Omar: Después que dejamos
las armas, el Gobierno parakratiense no tuvo más excusas para justificar los
problemas que padece el país. Anteriormente todo trataba de justificarse, o
encubrirse, echándole la culpa a la guerrilla. ¿Qué culpa tenía la EPA de que
hubiese desempleo y gente muriéndose en la puerta de los hospitales por falta
de atención? Ninguna, pero el Gobierno así lo quería hacer ver.
Esta
realidad es ahora más difícil de ocultar. Y la inconformidad de la gente
posibilita que las nuevas generaciones, que están viviendo “la firma de la
paz”, puedan tener otra mentalidad que les lleva a buscar salidas, a
identificar el verdadero enemigo y a organizarse para derrotarlo.
Obviamente
tenemos grandes enemigos como el paramilitarismo y los medios de comunicación
que, asesinando y manipulando la realidad, borran vidas y castran el
pensamiento crítico del pueblo. Pero esa inquietud, esa inconformidad de estas
nuevas generaciones es importante. Es una ventaja en medio de la desventaja.
Alexander: Como están las
cosas, ¿este no es un escenario que puede reactivar el conflicto armado?
Omar: Es claro que cuando
la EPA tomó las armas lo hizo debido a este tipo de causas. Desigualdad social,
integrantes de la oposición asesinados, en suma, la ausencia de garantías para
la oposición política y la iniquidad llevaron al nacimiento de nuestro
movimiento insurgente.
¿Que
si tomaremos las armas de nuevo?, creo que es la pregunta que no has querido realizar,
y que nosotros no tememos responder.
Déjame
decirte que pienso que la EPA cumplió con lo que debía hacer dentro del escenario
de la lucha armada. Durante más de cincuenta años hombres y mujeres lo dieron
todo en el monte para transformar este país. Ahora hemos decido arriesgar la
vida en este otro escenario, el de la política abierta sin armas.
Pensar
que la EPA volverá a las armas es un pensamiento mesiánico que ve la salvación
en los demás, y no en la responsabilidad que debe asumir el pueblo contra el
opresor.
¿Qué hará la sociedad
frente a esta realidad de injusticia e iniquidad? Las cartas están jugadas
sobre la mesa. Corresponde al pueblo elegir qué camino va a tomar para
transformar el país y decidir qué tanto va a sacrificar para lograr su
libertad.