Encontré vidas humanas destrozadas por desalmados que financian su poder territorial con el cuerpo, en especial de mujeres y niños. Encontré un país que sueña con la paz: sueña que se acabe la mafia que controla hasta los huevos y las arepas que se comen al desayuno.
Por: Alexander Escobar
A
Claudia Quintero la conocí en la FIPU. Fue una de sus primeras corresponsales. Y
con sus entrevistas y artículos se mantiene vigente, siempre lista, para dar la
lucha a las corporaciones mediáticas que manipulan y controlan poblaciones y
naciones enteras.
Sin
embargo, esta no es la primera guerra que tuvo que enfrentar en Colombia. Oriunda de Cúcuta, capital del departamento de
Norte de Santander y zona limítrofe con Venezuela, siendo muy joven Claudia sobrevivió
a los exjefes paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) Jorge Iván
Laverde, conocido como ‘El Iguano’, y Salvatore Mancuso, extraditado a Estados
Unidos por el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez para evitar la
verdad.
Antes
de escribir noticias, ella fue noticia con su proyecto Gotitas de Creatividad,
una iniciativa que luchaba contra el paramilitarismo que asesinaba a jóvenes
que buscaban salidas a la drogadicción en Cúcuta. Pero la lucha era desigual. Las
gotitas de arte y creatividad estaban en desventaja frente a las masacres y complicidad
de la Fuerza Pública con el accionar paramilitar. Y en desventaja con el Estado, promotor del
paramilitarismo para silenciar y exterminar las voces disidentes.
Con
el tiempo muchos jóvenes de Gotitas de Creatividad fueron asesinados o
reclutados a la fuerza por los hombres de Mancuso y ‘El Iguano’, mientras en la
ciudad las chicas eran obligadas a prostituirse y, posteriormente, también asesinadas
o condenadas a ser esclavas sexuales.
Después
de varios años enfrentando el paramilitarismo, Claudia estaba en peligro. Iba a
ser asesinada.
Una historia de vida que
se vuelve páginas en un libro
Claudia
debió abandonar el programa y desplazarse forzosamente a la capital del país, Bogotá.
Era el año de 2005. Los paramilitares de las AUC habían decidido declararla
objetivo militar. “Era una joven lideresa con un proyecto de niñez. Me vi
amenazada por oponerme al reclutamiento de jóvenes y jovencitas por los
paramilitares”, recuerda con total nitidez.
Todo
cambió para ella. Del calor de su tierra natal, pasó al frío capitalino. El
refugio que resguardaba su vida se manifestaba ajeno a sus costumbres, como si
estuviese habitando una historia irreconocible, una memoria ajena que la
alejaba de los sueños que inició en Cúcuta. “En Bogotá tuve que empezar de
ceros, refugiarme en una casa para habitantes de calle y sobrellevar el despojo
y el abandono estatal”.
Sin
embargo, el exilio no triunfó. Haciendo de la memoria el territorio, Claudia
derrotó al destierro. Al llegar a Bogotá rápidamente se articuló al movimiento
de víctimas y fundó la Corporación Anne Frank, desarrollando trabajo en pro de
los Derechos Humanos y defensa de las víctimas del conflicto social y armado. No
obstante esta no sería la única vez que tendría que sobrevivir al exilio. Por
su trabajo, nuevas amenazas llegaron. Y Argentina fue su refugio durante varios
años.
Por
fortuna, hoy de nuevo se encuentra entre nosotros, en Colombia, próxima a presentar
oficialmente su libro Bandas criminales y trata de personas: la esclavitud humana como fuente de
financiación del paramilitarismo posdesmovilización en Colombia.
El
libro, editado por la FIPU, es fruto del trabajo de tres años de investigación
que contiene testimonios, datos y cifras que desnudan la complicidad de la
Fuerza Pública y sectores del poder político con el paramilitarismo. Procesos
judiciales que no avanzan y víctimas de la trata de personas que no son
escuchadas por la justicia, son solo algunas muestras de impunidad que Claudia
Quintero deja al descubierto sobre un "negocio" que, según cifras de la OIT, deja ganancias de 99 mil millones de dólares al año.
Recuerdos,
historia de vida y memoria también son este libro: desde la lucha con Gotitas
de Creatividad para salvar a las jóvenes de las manos del paramilitarismo en
Cúcuta, hasta los hechos más recientes que permiten que este crimen, la trata
de personas, se mantenga y profundice, del mismo modo que los grupos
paramilitares no paran de crecer.
Pero
este libro, ante todo, es también Claudia Quintero; y con ella es necesario
hablar.
Alexander Escobar: Claudia,
cómo nace el interés de trabajar en contra de la trata de personas.
Claudia
Quintero: En el año 2009 fundamos la organización (Corporación Anne Frank) en
Altos de Cazuca (Bogotá), allí empezamos a proteger a la niñez y a los jóvenes
víctimas del paramilitarismo. Por amenazas tuvimos que salir y decidimos migrar
a la Argentina, al sur del continente.
En
Argentina conocí la solidaridad y la realidad de cientos de colombianos que en
busca de un sueño caían víctimas de la trata de personas. Empecé a “militar” –como
dicen allá a la lucha– en el tema de trata
con la RATT, que es la Red Alto a la Trata y con el gran activista de este tema
como lo es Fernando Mao.
Me
formé con la RATT en el tema de trata de personas, también en tráfico de
personas, asistiendo a seminarios y talleres con el Ministerio de Seguridad y
con el Senado de la nación Argentina.
A.E.: Qué problemas
ha representado este trabajo para ti.
C.Q.:
Cada caso trae su añadidura: amenazas, intimidaciones, muchas veces las mismas
autoridades se molestan cuando ven mi intervención. He recibido
estigmatizaciones de todo tipo tratando de dañar mi credibilidad e imagen. Por
ejemplo, han dicho que soy de las FARC, del ELN; y lo último, que me dio hasta
risa, es que me acusan de ser del “fundamentalismo Islámico”. Pisa callos las
denuncias y los rescates a víctimas.
En
algunos casos de trata de personas hay complicidad policial y política, ya te
imaginarás cómo es este trabajo. Yo tengo un nivel de riesgo alto, según el Gobierno,
pero seguimos luchando.
A.E.: Cuéntame sobre
la experiencia de escribir un libro, cómo te trató la pluma y el papel.
C.Q.:
En el año 2006 escribí un documento llamado Sin
Norte, allí se cuenta la incursión paramilitar en el Norte de Santander
hasta el momento de mi desplazamiento forzado. Este documento fue usado por la
Corte Suprema de Justicia como fuente para sentencias a paramilitares. También
he sido autora de informes como El
infierno en la tierra, primer documento que denunció la trata de personas
en el centro de Bogotá, sector llamado “El Bronx”; otro documento fue el
informe Niñez Robada, entre otros.
Escribir
es mi forma de denunciar, de ponerle voz a esas historias que a diario tengo
que palpar y que a diario me mueven las fibras de mi alma a continuar.
Escribo
para FIPU, me han brindado una oportunidad única para expresarme sin filtro ni
censura. Todo esto han sido bases para mi formación en las letras.
Bandas criminales y trata de personas
es el caminar de más de dos años, desde que volví a Colombia y empecé a luchar
contra la trata de personas. No es un documento académico, pero sí pretende
sensibilizar, educar y visibilizar una realidad que sucede en nuestro país y
amenaza la paz en las regiones.
A.E.: Qué encontraste
durante el tiempo que estuviste escribiendo el libro.
C.Q.:
Encontré vidas humanas destrozadas por desalmados que financian su poder
territorial con el cuerpo, en especial de mujeres y niños. Encontré un país que
sueña con la paz: sueña que se acabe la mafia que controla hasta los huevos y
las arepas que se comen al desayuno.
Encontré
nóminas paralelas con servidores públicos que usan el poder que les entregamos
desde el Estado para permitir la esclavitud humana.
Encontré
que para tener una paz completa se debe desmontar ese plan paramilitar que un
día se instaló en Colombia y sigue vivo dañando vidas.
A.E.: Hablemos de
responsabilidades en la trata de personas en Colombia. Empecemos por la
responsabilidad del Estado frente a la persistencia de este crimen.
C.Q.:
El Estado colombiano tiene la principal responsabilidad para prevenir, atender
víctimas y combatir el flagelo de la trata de personas. En Colombia no hay año
con más de 4 condenas por trata de personas. Conozco casos dónde el Fiscal ni
sabe que está frente a un caso de trata de personas, porque ni las propias
víctimas lo saben. El Estado colombiano tiene un gran reto en el posconflicto y
es combatir a los grupos que tiene como fuente de financiación la esclavitud
del siglo XXI.
A.E.: La
responsabilidad del paramilitarismo.
C.Q.:
Los grupos paramilitares, neoparamilitares o emergentes del paramilitarismo,
llamados por el gobierno Bacrim (Bandas Criminales), son los principales
responsables de la trata de personas interna en Colombia.
Ellos
se dieron cuenta que éste, el segundo negocio ilegal más lucrativo del mundo,
les podía ayudar a consolidarse en las regiones.
A.E.: La
responsabilidad de los medios de comunicación.
C.Q.: Los
medios de comunicación, hablando de los informativos, creo que están en
formación de cómo abordar los casos de trata de personas. Desde mi trabajo
tengo mucho contacto con los medios y hago pedagogía a cada instante. En
especial cuando se habla de las víctimas, se debe informar sin revictimizar.
En
mi trabajo muchos periodistas han sido aliados de ésta lucha; y sin esa
visibilización que hacían a nuestras denuncias, pues no se hubiera podido
avanzar un poco, por lo menos en mostrar que “la tal trata sí existe”.
Creo
que los medios tienen una gran responsabilidad no solo en mostrar casos,
también en la prevención del delito, brindando espacios para campañas de sensibilización.
Respecto
a los programas y novelas que se han venido presentando perpetúan la idea de la
“prostitución” cómo solución rápida para una vida de lujos y una aparente
felicidad. La televisión debe ser más responsable en los contenidos que
produce, los retratos de la vida “traqueta” le llena la cabeza de basura a los
niños, que al final prepara el camino y facilita la captación por parte de los
tratantes.
A.E.: La
responsabilidad de la sociedad.
C.Q.:
Colombia entera debe conocer el fenómeno, y este es uno de los propósitos de
éste libro. Hay ríos de tinta sobre trata de personas, documentos que incluso
el Estado paga a expertos, pero estos documentos quedan en bibliotecas u
oficinas.
Bandas
Criminales y Trata de Personas, será un documento para llevar a los docentes,
al policía del CAI (Centro de Atención Inmediata) de la esquina, a los
alcaldes, mejor dicho, territorializarlo.
En
Argentina, cuando una niña desaparece presuntamente por una red de trata de
personas, la gente sale a la calle a protestar y a buscarla, incluso los
activistas con apoyo de la ciudadanía hacen los famosos “escraches” donde se
van con cacerolas a un prostíbulo y sacan a las niñas que están allá
explotadas. Yo sueño una movida así de fuerte en Colombia. Una sensibilidad que
rompa las fronteras de la indiferencia y que ayude desde la ciudadanía a
combatir éste fenómeno.
A.E.: El 23 de junio,
en el marco de los diálogos de paz, en La Habana se firmó un acuerdo entre la
guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano para atacar el paramilitarismo y
las estructuras criminales que atentan contra la paz y la oposición política,
cómo tomas esta noticia, ¿crees que ayudará a combatir la trata de personas? ¿Se
materializará la lucha del Gobierno contra el paramilitarismo?
C.Q.:
Es un paso enorme e hicimos incidencia desde muchos sectores para que esto
quedara plasmado allí. Para construir una paz estable y duradera debemos exigir
el desmonte del paramilitarismo, no solo de forma militar, también con políticas
que ataque sus fuentes de financiación criminal. Hay que “meterles la mano al
bolsillo”, ya que es mucha plata la que producen de la trata de personas, la
prostitución y los trabajos forzados.
A.E.: Ahora que
tocamos el tema de los diálogos de paz, cuéntame, ¿en la Mesa ha sido tratado
el tema de la trata de personas, has tenido algún tipo de diálogo con alguna de
las partes?
C.Q.:
Específicamente no, se habló de violencia sexual en la subcomisión de género,
pero no se tocó el tema de trata de personas. Nosotros hemos enviado la reseña
de este documento y lo vamos a entregar a las delegaciones para seguir haciendo
incidencia y pedir que en el posacuerdo quede claramente esta lucha.
A.E.: Cómo te
imaginas la paz, qué crees que sigue luego de firmar la paz entre el Gobierno y
los grupos insurgentes en Colombia.
C.Q.: Me imagino, que
ahora que firmemos con las FARC, tenemos que firmar con el ELN y empezar una
construcción colectiva del país que soñamos, desde la política y desde la
movilización social. Creo que en el posacuerdo es crucial, y lo he reiterado
durante toda la entrevista, el desmonte de las estructuras paramilitares.
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