La historia se repite una vez más, ningún
imperio tiene interés alguno acerca del destino al que llevaron con sus
atrocidades a sus excolonias, simplemente llegaron, saquearon y fueron
expulsados, o simplemente se fueron cuando ya no era productivo estar en esos
territorios.
Haití fue el primer país de Latinoamérica y
Caribe que logró conseguir la independencia, en 1803 los negros de Haití
propinaron una tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no
perdonó jamás esta humillación infligida hacia los blancos.
Poco después, gracias a Haití fue posible la
independencia americana que llevó a cabo Simón Bolívar; pues este pequeño país
entregó siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que
Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había
pasado por la mente. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su
victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo
había salvado.
Los problemas de Haití no surgieron a causa
de una maldición por haber hecho un pacto con el diablo para conseguir la
independencia de los colonos franceses, como aseguró Pat Robertson
excandidato presidencial norteamericano y vocero evangelista en el año 2010, tras
el terremoto que devastó el país.
Es cierto que esta pequeña patria no ha
parado de recibir bofetadas en su corta existencia como nación. Muchas personas
alrededor del mundo piensan que el gran problema de Haití son sobre todo las
catástrofes naturales que han destruido paulatinamente el país.
El principal problema que vive Haití es la
agravada pobreza en la que está sumergida la gran mayoría de la población, y
esta tiene sus causas.
La ocupación francesa del tercio
occidental de la isla a finales del siglo XVII (España era la otra potencia
colonizadora) dio como resultado el cultivo intensivo de la caña de azúcar,
acompañado de una salvaje deforestación y pérdida de fertilidad del suelo,
convirtió a Haití en la colonia más productiva de Francia en 1785. Para
entonces, su población esclava ascendía a 700.000 personas, el 85% del total,
frente a los 30.000 de la parte de la isla que seguía siendo española.
La historia se repite una vez más, ningún
imperio tiene interés alguno acerca del destino al que llevaron con sus
atrocidades a sus excolonias, simplemente llegaron, saquearon y fueron
expulsados, o simplemente se fueron cuando ya no era productivo estar en esos
territorios.
Pero esas potencias a veces tienen gestos
esporádicos de solidaridad, pues con ese lavado de imagen pretenden borrar la
instauración de dictaduras y mecanismos económicos depredadores que desangran a
los pueblos.
Aunque esa solidaridad a veces no llega, el
Gobierno haitiano en 2010 aseguró haber recibido apenas uno por ciento de los cuatro
mil millones de dólares donados, es decir, menos de un centavo por cada dólar.
¿Dónde se quedó el dinero? La prensa local apuntó a las organizaciones no
gubernamentales, gobiernos extranjeros “comprometidos” con la reconstrucción, y
no podían faltar las empresas privadas forasteras. Todo esto lo han venido
realizando sin el control del gobierno local, hasta el día de hoy.
En la actualidad, Haití es el país más pobre
de Latinoamérica, con una esperanza de vida que gira en torno a los 60 años,
una tasa de desempleo de más del 65%, más de la mitad de la población se
encuentra en situación de extrema pobreza, tiene una deuda externa que supera
los 1000 millones de dólares, la deforestación arrasó el 98% de los bosques.
Haití es una de esas muchas naciones olvidadas por el
mundo, nadie es Haití, nadie reza por Haití…aunque lo cierto es, que ya no
basta con rezar.
Andrés Rodas
FIPU PRESS | Foto: Huracán Mathew / El Español
FIPU PRESS | Foto: Huracán Mathew / El Español
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