REMAP dialogó con Claudia Quintero, activista colombiana de Derechos Humanos y constructora de paz. Claudia es la directora de la corporación Anne Frank, defensora de Derechos Humanos, tecnóloga en Producción Multimedia y periodista del medio de comunicación alternativo FIPU (Federación Internacional de Prensa de los Pueblos). También es una sobreviviente, líder, madre,
hija y hermana que sufrió el rigor del conflicto, el desplazamiento forzado y la amenaza de grupos armados al margen de la ley hicieron que perdiera todos sus bienes.
Víctima del desplazamiento forzado, desde
Cúcuta llegó a Bogotá en la situación más crítica y en el abandono total.
Actualmente recorre territorios sensibilizando sobre la construcción de paz y
el empoderamiento de las comunidades para que junto al Estado se superen
situaciones de vulnerabilidad y producir cambios de impacto en el país.
Claudia,
¿qué es Anne Frank y en qué momento surge esta iniciativa?
En el año 2008, en Soacha, específicamente en Altos
de Cazuca, una zona de alto impacto social, con muchas víctimas y también
graves problemas de seguridad, un grupo de mujeres desplazadas empezaron a
hacer incidencia por sus derechos y los de otras víctimas, yo tomé esta bandera
y liderazgo y empecé a visibilizar nuestras realidades. En especial la
necesidad de exigir el derecho a vivir en paz y a una vida libre de violencias.
Es así que nos unimos y creamos la Corporación Anne Frank junto a profesionales
y activistas que han brindado fortalecimiento, y aportan trabajo a los
procesos.
¿Quiénes
hacen parte de Anne Frank?
Somos un grupo de socias fundadoras, todas
mujeres desplazadas; también tenemos socios adherentes que son activistas y
profesionales que se han unido a la causa. Trabajamos en red con líderes
territoriales que en varios departamentos hacen incidencias con nosotros y
tenemos el grupo de voluntariado que son pasantes nacionales y extranjeros que
hacen parte de nuestros equipos de trabajo.
¿A qué se
dedica principalmente la Corporación Anne Frank?
La Corporación Anne Frank es una organización
defensora de Derechos Humanos. Tenemos dos líneas de trabajo: Construcción de
paz y Derechos Humanos.
En la Construcción de paz, hacemos apoyo
territorial a la implementación de los acuerdos de La Habana, promovemos el
apoyo a la mesa de Quito (donde Gobierno y ELN actualmente dialogan),
construimos procesos sociales rurales y urbanos de resolución de conflictos y
comunicamos para la paz.
En Derechos Humanos hacemos incidencia con
denuncias y casos sobre violencias basadas en género, violencias en el marco
del conflicto social y armado y, en especial, la trata de personas, y
documentamos diferentes aspectos relacionados con la migración forzada, la
trata y el tráfico de personas.
En especial nuestro trabajo es de exigibilidad
de derechos, de políticas públicas, y de construcción de lineamientos que
mejoren la calidad de vida de las víctimas.
¿Qué
resultados positivos ha dejado y está dejando vuestra lucha?
El principal logro fue demostrar que en pleno
centro de Bogotá, en pleno corazón del país, al aire libre se practicaba la trata
de personas de la forma más cruel inimaginable: hablo del Bronx.
Nos atrevimos a documentar y denunciar lo que
allí ocurría y el país lo supo. Aunque aún la problemática sigue en el centro
de Bogotá, logramos visibilizar la situación de cientos de niñas y niños allí.
También logramos que Colombia empiece a tener el tema de trata de personas en
agenda, que el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) se movilizara
en la construcción de un lineamiento para atender a los niños y niñas víctimas
de trata de personas, impulsamos que Bogotá tuviera un comité de lucha contra
la trata de personas, y visibilizamos como el (neo)paramilitarismo en Colombia
tiene como base de financiamiento la trata de personas.
¿Qué
consecuencias negativas han dejado y están dejando vuestro activismo?
Mucho riesgo, desplazamientos forzados a
nosotros y varios compañeras y compañeros, agresiones, amenazas. Una campaña de
agresiones en redes sociales con un plan de demonización para aislarnos, en
especial contra mi persona. Todos los días ponían en redes que era parte de la
guerrilla, eso antes de la firma de la paz era algo que perjudicaba mucho mi
labor y mi situación social, tuve que resistir y seguir adelante.
También enemistades tanto con criminales como
con funcionarios que sospechosamente se molestan con mi trabajo.
Actualmente
¿cuál es la situación de la trata de personas en Colombia y en países vecinos?
En Colombia el negocio de la trata de personas,
ante el abandono estatal a las regiones en conflicto, y ante la reactivación de
grupos remanentes de los paramilitares, pasó de ser un negocio de
prostituyentes y proxenetas a un negocio de bandas criminales que están
violando los Derechos Humanos de las mujeres, niños y niñas, y amenazando a
quienes luchan contra ésta problemática.
La Defensoría del Pueblo informó en el año 2015
(ratificando nuestras denuncias) que grupos armados posdesmovilización de los
paramilitares incursionaron en la trata de personas, en especial la explotación
sexual de niñas.
Hemos recibido información y denunciado que
grupos paramilitares (posdesmovilización) como Urabeños, Clan Úsuga y Rastrojos
incursionaron con fuerza en la trata de personas.
En la Región el panorama es preocupante, al no
tener fuertes estrategias de combate conjuntas de maneja regional, tenemos
problemas de trata de personas en la frontera con Venezuela, Panamá, Ecuador,
Perú y Brasil (en todas las fronteras).
Preocupa que Colombia pasó de ser país de
origen, a ser de origen, tránsito y destino de víctimas de trata de personas,
eso indica que tenemos que tener más compromiso para atender y cuidar de estas
víctimas.
¿Cuáles
crees que son los principales problemas en el mundo para que un tema tan
importante como este, pase “desapercibido”?
El tema no pasa por desapercibido, el tema es
invisibilizado por ser justamente un negocio poderoso que produce mucho dinero
y hay muchos intereses detrás de él.
La trata produce 150 mil millones de dólares al
año de los cuales 99 mil son de sola explotación sexual, según la OIT.
Un tema de mucho dinero donde los derechos
humanos pierden importancia ante los intereses.
¿A qué retos
se está enfrentando la corporación Anne Frank?
Nuestro principal reto es la incidencia
política, queremos lograr que Colombia sea un Estado que combata la trata de
personas de forma eficiente, que existen leyes que favorezcan a las víctimas y
políticas públicas de prevención de delito.
Queremos seguir creciendo como organización y
llegar a ser una red fuerte de defensa de los Derechos Humanos.
¿Qué le
dirías a los varones del mundo, que contribuyen a la prostitución como
clientes?
Sin clientes no hay trata de personas. Hay que
ser muy sensible y caminar mucho por las sendas de la explotación sexual para
comprender que es justamente la demanda lo que fomenta la explotación sexual.
¿Por qué un ser humano tiene derecho a comprar
cuerpos? ¿Realmente al que compra sexo le interesa si su proveedora es libre o
forzada? ¿Lo puede verificar? Todos estos interrogantes nos pueden llevar al
debate entre si la prostitución es una causa de la trata de personas.
¿Qué les
dirías a las mujeres en general?
Que no nos cansemos de amarnos, solo cuando
tenemos amor propio podemos levantar las alas y volar hacia nuestros sueños. Yo
fui víctima del conflicto, como muchas tuve que dormir en un refugio ante la
desprotección total, y también, como muchas mujeres a las que ayudo, tuve que
enfrentar la violencia machista. Por eso mi compromiso es firme, que cuentan
conmigo y que en realidad mi trabajo es solo un granito de arena, pero así
vamos haciendo la diferencia.