El 11 de abril, desde la ciudad de Cali, arribó un grupo de 70 universitarios al remoto municipio de Buenos Aires, Cauca: los voluntarios y las voluntarias por la paz. Aquellos estudiantes pasaron varios momentos de angustia y pánico en el trayecto desde Cali hasta la recepción en la Elvira, Cauca, pues algunos de los viajeros eran muy miedosos y al solo ver esos grandes riscos montañosos, los insondables abismos y las peligrosas curvas por las que pasaba la chiva, morían de pánico. Sus rostros reflejaban la cruel pesadilla que en esos momentos estaban viviendo, e incluso algunos pronunciaron algo parecido a un Padre Nuestro.
Sin embargo, la chiva arribó tipo 5 de la tarde sin novedades a La Elvira, donde fue recibida por un grupo de guerrilleros y guerrilleras de las FARC-EP. La expectativa y la curiosidad lograron vencer el cansancio, ya que para muchos de los estudiantes era la primera vez que entraban en contacto directo con la guerrilla.
Esa
misma tarde se aclaró el motivo de esta visita del voluntariado de paz a la
zona veredal: estudiantes universitarios de la región habían decidido mostrar
su respaldo a la implementación de los acuerdos de paz y a la reincorporación
de los y las guerrilleras de las FARC-EP. ¿De qué forma? Pues enseñando lo que
cada uno y cada una ha aprendido en la universidad. Hubo estudiantes de comunicaciones,
de enfermería, fisioterapia, ciencias políticas, de danza, arquitectura,
teatro, filología, … y muchas otras temáticas.
Según
algunos se habían imaginado que les tocara pasar la noche en el monte, pero la
verdad fue que se encontraron con un polideportivo, construido por las
comunidades circundantes, donde fueron montadas las carpas que habían traído de
la ciudad “por si las moscas”. El frío intenso de la noche no dejaba dormir a
algunos, otros roncaron toda la noche, lo que a su vez no dejaba dormir a
muchos. Prestaron de a una hora de guardia y se levantaron a las 5 de la
mañana. El trasnocho se tradujo en ojeras y cansancio, combatido firmemente con
innumerables tazas de café caucano.
A
las ocho de la mañana fueron llegando en camionetas, a pie y en moto los
guerrilleros y las guerrilleras para atender los diferentes cursos, de
prevención de enfermedades, alfabetización, orientación vocacional,
comunicaciones, proyectos productivos, derechos humanos y atención jurídica.
Varios grupos de voluntarios acudieron a las comunidades más cercanas para
darle talleres a la población, ya que también ellos deben ser partícipe de todo
lo que está pasando en materia de implementación y reincorporación.
Maribel
Vélez, una guerrillera quien estuvo atendiendo los talleres de comunicación,
nos contó luego que venía muy ansiosa en el camino hacia el sitio, ya que ella
pocas veces había estado en contacto con estudiantes de la ciudad:
“cuando
entramos y vimos ahí todas esas personas cuya forma de vestir es tan diferente
a la nuestra, hombres con cabellos largos, con aretes, mujeres súper sencillas,
nos causó impresión. Al conocerlos, estábamos impresionados, pero por el
compromiso que notamos en ellos y ellas, su firme determinación de contribuir a
la paz y a la implementación”.
Fuente y fotos: BOCAC
Fuente y fotos: BOCAC
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