enero 2020
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"El mejor truco realizado por el Diablo
fue convencer al mundo de que no existía
y así... desaparecer".
Los sospechosos de siempre, 1995.

Las dictaduras nunca han operado bajo las sombras. Sus crímenes han sido de pleno conocimiento desde el mismo momento que toman el poder a la fuerza. El carácter sombrío habita en el papel que juega la comunidad internacional y los medios de comunicación que hacen del discurso un dispositivo para justificar y normalizar el crimen.

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Convertir la injusticia y toda criminalidad en rituales de lo necesario, de lo inevitable, de lo justificable sin importar la sangre derramada, es función de publicistas y periodistas que operan como proxenetas que venden asesorías, estudios y estrategias propagandísticas del pánico y el odio, formas de colonización enfocadas a los territorios mentales de sociedades que ahora son regidas por libretos que la dictadura neoliberal reparte a gobiernos y medios de comunicación del capitalismo.

La sociedad sometida a la domesticación emocional del statu quo se autorregula justificando bombardeos, masacres y leyes que secuestran la dignidad de pueblos y comunidades. Ya sea con discursos a nombre de la democracia, la seguridad, la libertad, la moral o Dios, la imposición del miedo, el odio y la ignorancia sobre la sensatez, llevan al poder a presidentes como Donald Trump en Estados Unidos e Iván Duque en Colombia.

Lo afirmado podrá sonar como un pesimismo sombrío, o desfasado ante el optimismo del horizonte de la protesta social que en el 2019 tomó realce en algunos países latinoamericanos, entre los que se destaca, principalmente, Chile. Sin embargo, la realidad demuestra que, a pesar de la aguerrida y ejemplar resistencia el pueblo chileno, el régimen se mantiene, no intacto, pero se mantiene. Y Sebastián Piñera, actual presidente, no será derrocado, será cambiado en su momento.

Por tanto lo anterior implica caracterizar este momento histórico para desarrollar una pedagogía política donde el despertar de un importante sector poblacional no sea solo para futuros trabajos de historia y sociología, sino que sirva para fortalecer procesos organizativos en una generación que, además de arrebatar el Gobierno a la derecha en las próximas contiendas electorales, sea testimonio de la derrota ideológica y física del neoliberalismo en su país, ahora y para siempre hasta llegar a ser poder.

En este sentido, analizando nuestros contextos, no es difícil contemplar que el afianzamiento de la protesta social contrasta con los dispositivos de control del statu quo que se despliegan para conservar una “base social” a su favor, al tiempo que el miedo sistemático autorregula a un sector poblacional que, aunque desea hacerlo, se abstiene de protestar.

Es claro que un sector importante ha despertado y está decidido a confrontar al sistema en las calles, pero de igual manera otro sector de importancia no está dispuesto a arriesgar la vida enfrentando al poder, ni sacrificar su cada vez más corroído estado de confort. Tal es el caso colombiano, donde a esto se suma el aniquilamiento sistemático de líderes y lideresas sociales, y exguerrilleros que firmaron la paz, a manos del paramilitarismo que no para de fortalecerse gracias a la ultraderecha que gobierna el país.

Mantener el statu quo no solo implica desarrollar e imponer discursos para controlar emotiva e ideológicamente a poblaciones y comunidades, sin el uso de la fuerza esto no tendría eficacia ni garantizaría la permanencia del neoliberalismo y sus verdugos en el poder. A medida que crece la protesta social, la represión también aumenta, o se hace visible, dejando al descubierto dictaduras cuya fachada son gobiernos que se autoproclaman “democráticos” a través del maquillaje electoral.

Represión, persecución, derramamiento de sangre, todo el horror que afrontan quienes protestan, son hechos que no requieren investigación alguna para llegar a conocer su crudeza y gravedad. Así como los crímenes de dictaduras militares eran de pleno conocimiento, estos hechos son tan visibles que aterran por el grado de descaro con que se realizan. Aunque existen diferencias: la criminalidad y represión del Estado, en muchos casos, ahora son verificables de forma más precisa y en tiempo real, con testigos, registro fotográfico, audiovisual, y consultable, al menos, en internet.

Bajo este contexto se percibe un tipo de dictaduras online que emergen para recordar que nunca hubo una retirada, en tanto que simplemente se instalaron en democracias que nacieron jubiladas. Jamás se fueron y operan mimetizadas, con menor o mayor crudeza, del mismo modo que el imperialismo norteamericano se mantiene oculto, negando su existencia, mientras invade y promueve golpes de Estado donde la fachada democrática se derrumba y pierde el poder en países como Bolivia y Venezuela.

Es claro que en Latinoamérica el impulso tomado por la protesta social en 2019 llenó de expectativas la lucha popular en países como Colombia donde no se es poder y ni siquiera se ha sido Gobierno, pero estas expectativas deben aterrizarse a los verdaderos alcances y dejar de pensar que todo despertar, necesariamente, debe culminar en un proceso insurreccional inmediatista.

Después de vivir un estado de aletargamiento prolongado, un sector importante del pueblo se ha sacudido, y trazarse objetivos puntuales para el involucramiento político en procesos organizativos de esa llama que arde de inconformidad y hastío, depende de la lectura acertada de este momento histórico que requiere de una pedagogía política basada en estrategias acordes a estas emotividades que buscan un cambio, y no la desilusión de encontrarse estructuras que quieren apropiarse de un estallido cuya llama les sobrepasa.  

Asistimos a un momento decisivo donde, de no interpretar correctamente este avivamiento popular, terminaremos siendo simples almohadas que provocarán de nuevo el adormecimiento y extinción del fuego. Pero esto no está permitido, porque nos está dado ser el humo del café en las mañanas, la raíz que rompe el pavimento de las calles, el sol que sale mientras llueve para avivar el calor de una resistencia que no duerme.

Por: Alexander Escobar


El proyecto ERA de reconciliación es una iniciativa de construcción de paz que se desarrolla en el municipio de Sevilla, Valle del Cauca, en el marco de la implementación de los acuerdos de paz de La Habana (Cuba) y del modelo de gestión de paz territorial que busca  consolidar la paz en los territorios.

Este proyecto que se viene desarrollando desde el 27 de junio de 2019 es apoyado financiera y técnicamente por la secretaría de paz de la gobernación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),  la fundación Paso Colombia,  la Misión de Verificación de las Naciones Unidas y por el Programa Mundial de Alimentos. Beneficia de manera directa a treinta familias, entre ellas ocho exguerrilleros de la antigua FARC- EP en proceso de reincorporación, diez víctimas y campesinos de la Asociación de Unificación y Reorganización Agraria de Colombia (AURACOL), cuatro miembros  de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle (ASTRACAVA) y ocho jóvenes integrantes de la Red de Hip-Hop del municipio de Sevilla.


Esta es una iniciativa de producción y comercialización agrícola y pecuaria de productos como  frijol,  plátano, cerdos y  ají, líneas de trabajo elegidas por parte de las comunidades y los reincorporados. El primer obstáculo que se presentó en el marco de la implementación del proyecto fue que ninguna de las familias beneficiarias, de manera directa, tenían tierra donde desarrollar los proyectos productivos que habían definido, esto se logró resolver gracias a un acuerdo con la alcaldía de Sevilla y la gestión que se hizo entre las organizaciones y las entidades que financian la propuesta, así se consiguió un comodato de 21 hectáreas que se entregó a las organizaciones beneficiarias para que  lo administren durante un periodo de cinco años y puedan desarrollar allí sus proyectos productivos.

De esta manera,  víctimas, campesinos, jóvenes y reincorporados de Farc comenzaron a trabajar para sacar esta iniciativa productiva adelante convirtiéndose en modelo para otras regiones del país.

“Es importante resaltar que el proceso de articulación que se ha dado entre los integrantes de las antiguas FARC- EP en proceso de reincorporación y las comunidades de Sevilla ha sido un proceso muy enriquecedor,  en el que las comunidades han podido identificar el compromiso y la voluntad de paz que tienen los reincorporados, igualmente, la población en proceso de reincorporación ha podido aprender mucho de las formas de trabajo que tienen las poblaciones campesinas, víctimas y jóvenes, ha sido un proceso de aprendizaje mutuo, de mucho respeto, un proceso en el que se ha tratado de darle prioridad a lo colectivo reconociendo las particularidades de cada población”, anota Jhon Freddy Integrante de la red de Hip Hop de Sevilla.

En  el contexto actual cuando el país se enfrenta al constante  incumplimiento del acuerdo de paz por parte del gobierno, al asesinato y persecución de líderes sociales y ex guerrilleros, y a  la implementación de políticas que afectan a las comunidades,   este tipo de iniciativas que se construye desde los territorios es muy significativo, porque es un mensaje al país y a la comunidad internacional de que la población colombiana está dispuesta y es capaz de avanzar en procesos de reconciliación y de reconstrucción del tejido social, de dinamización de iniciativas productivas   que mejoren las condiciones de vida. “Este es en esencia el espíritu de este tipo de proyectos, mostrar que desde los territorios podemos construir paz,  mostrar un piloto de como comunidades víctimas, campesinos, jóvenes y población en proceso de reincorporación logran unirse para implementar y gestionar procesos”, dice Jhon Freddy.

Para los integrantes de esta propuesta es muy importante que este proceso de coordinación se mantenga  a largo plazo, avanzando con otro tipo de gestiones que permitan  consolidar  la implementación del acuerdo de paz, especialmente en el punto de la reforma rural integral y el mejoramiento de las condiciones de vida para las comunidades sevillanas, nos explica otro de los integrantes del proyecto.


Los reincorporados que se encuentran asentados en el municipio de Sevilla son en su mayoría jóvenes, algunos de ellos vienen de las Zonas Veredales que se establecieron en el departamento del Cauca, algunos de ellos fueron firmantes del acuerdo de paz y otros se acogieron al proceso de reinserción antes de la firma, a pesar de estas particularidades han logrado organizarse y coordinarse ellos mismos para buscar el mejoramiento de sus condiciones de vida.

Es una población que tiene múltiples necesidades, la más importante tiene que ver con el tema del acceso a la tierra. “Cuando se hizo el primer acercamiento nos encontramos que algunos de ellos ya tenían algunas iniciativas productivas alrededor de la producción y comercialización de cerdos, pero no tenían sitios donde desarrollar estas propuestas, y la renta que tenían que pagar por el alquiler de tierra o de unas cocheras hacía que estos proyectos no fueran rentables, por eso la prioridad fue la consecución de tierra, lo que se solucionó con el comodato, sin embargo, el acceso a la tierra sigue siendo una necesidad inminente de la población reincorporada”, explica Jhon Freddy, quien además advierte que otras necesidades tienen que ver con el acceso a la vivienda, ya que ninguno de ellos posee una vivienda propia, el tema educativo, acceso a becas, a procesos culturales  recreativos  son otras de las necesidades con los que la población en proceso de reincorporación debe lidiar día a día.

Comunicaciones FARC Occidente









El proceso campesino del municipio de Tuluá (Valle del Cauca), que integra la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca (Astracava), fue notificado oficialmente de cumplir con la documentación requerida para avanzar en el trámite de constitución de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) en este municipio.


La notificación es emanada por la Agencia Nacional de Tierras que confirma la viabilidad y procede, paso siguiente, a verificar que la ZRC geográficamente no afecta áreas protegidas, como Parques Naturales, ni territorios indígenas o de Titulación Colectiva de comunidades afrodescendientes.


“Este es un avance muy importante para el proceso de constitución de la Zona de Reserva Campesina porque la Agencia Nacional de Tierras le ha dado el visto bueno al documento técnico de soporte, mediante el cual se sustenta la propuesta de constituirla dentro de las más de 50 o 60 propuestas que hay en el país. Son muy pocas las que ya tienen este avance”, afirmó Harold Ordoñez, integrante de Astracava.

El proceso de constituir la ZRC en el municipio de Tuluá es un acumulado de trabajo organizativo y luchas del campesinado. Gracias a este proceso “en el 2014 se logró un proyecto financiado por el PNUD y el INCODER donde se hizo el estudio sobre la situación de la tenencia de la tierra, y ese documento ha sido la base para la construcción del documento técnico de soporte con el que se envió la solicitud a la Agencia Nacional de Tierras”, recuerda Ordoñez.

La Zona de Reserva Campesina estará constituida por once corregimientos de la zona media-alta de Tuluá, que son: La Moralia, Venus, La Diadema, San José de Monteloro, San Rafael, Piedritas, Puerto Frazadas, Quebrada Grande, Altaflor, Tochecito y El Retiro.

Para su constitución también es necesaria la voluntad política de la nueva administración municipal que inició este 2020 en Tuluá, algo que ayudaría agilizar los trámites normativos en interlocución con demás instituciones del Estado que intervienen en el proceso de conformación de la ZRC.

“Ahora la Agencia Nacional de Tierras debe verificar que lo planteado en el documento técnico es cierto, consultar con las instituciones, con el municipio, con la autoridad ambiental acerca de la situación en el territorio que se está proponiendo como ZRC para ver la viabilidad de la figura; y hablar con las comunidades para confirmar que quieren que se constituya esta figura; en este proceso se hacen unas asambleas. Y con el desarrollo de todas estas acciones se tramita la resolución que declara la constitución de la ZRC”, concluye Ordoñez.

Redacción REMAP

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