“El Motor de la historia es la lucha de
clases”.
Carlos Marx
La pandemia de la que tanta información ha
salido, tanto verdadera como falsa, está extendida en la mayoría de países del
mundo, cada país ha tenido su propia experiencia, quedando también en evidencia
los efectos nefastos de las políticas neoliberales y de la esencia pútrida del
capitalismo y sus crisis inherentes de sistema decadente.
Sistema que desatiende las necesidades básicas
del ser humano, en el que millones de personas mueren de enfermedades curables,
miles mueren de física hambre (especialmente niños y niñas) y cientos mueren
asesinadas por querer transformar esta realidad penosa. Sistema que pone el
dinero y la ganancia por encima de la vida humana, la vida planetaria y de
nuestra dignidad.
El virus apareció y nos modificó la vida. Que
es contagioso, es real, que algunos mueren, es real, que hay muchas teorías
sobre su origen y tratamientos es real, que los gobiernos han acertado y
desacertado en las medidas tomadas y que algunos se han aprovechado de la
situación, es real, que no deja respirar es real.
El virus ha tenido efectos sociales, políticos,
económicos, ambientales y sicológicos. Los pueblos y las personas están respondiendo
de maneras diferentes ante esta situación, por ejemplo, en las personas se ha
venido manifestando ciertas patologías o síntomas debido al encierro, la
inmovilidad impuesta y la sobre información; síntomas como ansiedad, depresión,
angustia, insomnio, ira, miedo, estrés, tristeza, soledad, incertidumbre,
desesperación, que desembocan en agotamiento, tensión sicológica y emocional,
irritabilidad, estados alterados y bajos de ánimo.
La salud mental claramente se ve afectada,
siendo esto una gran preocupación, principalmente por los niños y niñas que no
entienden que pasa, porque no pueden salir a jugar o volver al colegio,
despertando hasta pensamientos suicidas; que obviamente ni al capitalismo ni a
los gobiernos les interesa o les importa, porque estos no tienen nada humano,
humanista, humanitario, ni digno que ofrecer a las personas y a nuestros
pueblos, ni material, ni ética, ni espiritualmente. Por eso tenemos el deber
moral de buscar o crear experiencias para salvar el planeta, la humanidad y la
vida.
Este sistema no deja respirar a la humanidad,
no deja respirar al medio ambiente, así como los gobiernos fascistas y los
malos gobiernos no dejan respirar a los pueblos, como el policía que no dejó
respirar y asesinó a G Floyd, como los Estados asesinos que no dejan respirar a
los pueblos que buscan la libertad y luchan por su autodeterminación y sus
derechos, como el pueblo colombiano, Palestina, el pueblo Kurdo y demás pueblos
oprimidos.
Así, históricamente los sistemas y modelos
opresores han usado el ahogamiento contra los humildes, muestra de ello son
nuestros pueblos originarios, que no los dejaron respirar cuando llegaron los
invasores y perpetraron el genocidio en nuestra América, o a los pueblos de
África que no los dejaban respirar cuando los persiguieron, esclavizaron y
desarraigaron para meterlos a los barcos “negreros”.
Aun hoy seguimos sin poder respirar y nos toca
organizarnos, juntarnos, movilizarnos y luchar para evitar morir ahogados.
A nivel mundial el poder hegemónico explota,
oprime y tiraniza, desmantela los derechos de los trabajadores y menoscaba la
dignidad de las mayorías. Ante esta situación debemos actuar y revolucionar la
vida para buscar la mayor posibilidad de felicidad plena para nuestros pueblos
y poder destruir de una buena vez toda la criminalidad que se ha enquistado en
el poder, y que tiene bajo su control a casi todas las instituciones del
Estado, que operan desde la corrupción, la injusticia, el burocratismo, el
clientelismo, la perfidia, el amedrentamiento, la persecución y hasta el
asesinato.
Nos toca acudir al ejemplo de hombres y mujeres
dignas, como los comuneros, como Gaitán, como Mariátegui y el Che, a propósito
de estar conmemorando por estos días el natalicio de estos dos últimos (14 de
junio)
Debemos entender las palabras de Fidel Castro
cuando nos decía sobre el Che, ya trascendido a la inmortalidad, que “más
grande será su figura cuanta más injusticia, más explotación, más desigualdad,
más desempleo, más pobreza, hambre y miseria imperen en la sociedad humana. Más
se elevarán los valores que defendió cuanto más crezca el poder del
imperialismo, el hegemonismo, la dominación y el intervencionismo, en
detrimento de los derechos más sagrados de los pueblos, especialmente los
pueblos débiles, atrasados y pobres que durante siglos fueron colonias de
occidente y fuentes de trabajo esclavo”
Debemos las y los soñadores inclaudicables y
militantes de la vida insurgir y alzarnos sobre los pensamientos e ideas
revolucionarias autóctonas y raizales de nuestros pueblos, y poner la ética y
los principios como piedra cimental para nuestras acciones. Porque el ideario
de nuestros antepasados dign@s y rebeldes sumado al pensamiento marxista, han
logrado la construcción constante de una filosofía de la praxis propia y un
marxismo afectuoso y subversivo que se expresa en debates, en los procesos
organizativos, en los movimientos, en las calles y casas.
Nos corresponde a nosotros la herejía de
desempolvar y redescubrir las enseñanzas teórico prácticas del marxismo leninismo,
darles dinamismo y no caer en los errores de la obediencia ciega, dogmatismos,
la disciplina intransigente y no desfigurarnos en algún “ismo” mecánico,
dejando de ser verdaderas y verdaderos revolucionarios.
Nos corresponde romper esquemas y avanzar en
las diferentes luchas, en la construcción de mujeres y hombres nuevos y de una
nueva sociedad.
Hemos insistido en la necesidad de la formación
y educación de nuestro pueblo para poder emprender y prosperar una gran
revolución, pero la historia nos enseña que la Rusia zarista no era la más
educada, sin embargo contó con el arrojo y la acción de Lenin y sus camaradas;
o la Cuba de Batista, tampoco era muy formada, pero contó con la decisión y
entrega de los Barbudos, Los Castro, El Che, Cienfuegos, mujeres como Celia,
Aydee, Vilma y demás compañeros, claro está que en esas dos experiencias se
fueron sumando las mayorías hasta lograr lo impensable…(De estas dos
experiencias, una se fue distanciando de
los principios marxistas-leninistas hasta sucumbir, la otra, se aferró a los
principios Martianos y marxistas, y persiste, resistiendo aun al peor bloqueo
conocido en la historia).
El Che nos muestra como el nivel educativo es
importante para una revolución, pero no puede este factor volverse un obstáculo
para lanzarse a hacer y construir una revolución. “No creo que sea la educación
la que modele un país, y hemos demostrado incluso que no es así, rompiendo con
nuestro ejército inculto una enorme serie de trabas y prejuicios” (Che Guevara,
el papel de la universidad en el desarrollo económico de Cuba, 1960,
Universidad de La Habana).
Y no busco con esto decir que la educación y la
formación no son fundamentales, pero sí que la discusión sobre el nivel
educativo del pueblo no puede volverse una excusa para no hacer la revolución y
arrojarnos a su construcción.
En Colombia contamos con muchos factores que
han dificultado la segunda y definitiva independencia; factores internos como el
sectarismo, la división, etc., que tenemos que superar, tenemos, además, una
clase oligárquica criminal, corrupta, narcotraficante, con un claro atraso de
pensamiento y evidente actuar sin ética ni moral mínimamente decente.
El miedo ha llevado a este pueblo a soportar y
a normalizar hasta lo más escandaloso y siniestro que puede hacer un supuesto Estado social de derecho democrático (genocidios, masacres, “falsos positivos”,
etc.). Los poderosos con sus medios de comunicación y sus diferentes aparatos de
control han hecho el trabajo de someter al pueblo a la ignorancia, sembrar el
miedo y cosechar la inmovilidad popular. Pero este debe y está cambiando.
Y cambio significa movimiento, y movimiento
significa vida, y es así como debemos entender y aplicar las teorías
revolucionarias, especialmente el marxismo leninismo, como movimiento y no como
simple dogma, pero si como herramienta para sentipensar y actuar, no como un
copiar y pegar, si no como teoría y práctica liberadoras, creadoras que
permitan la construcción de un buen sentido común y el mejoramiento de la vida humana
y planetaria, y no como para establecer un sistema antidialéctico de dominación
y obediencia .
Dentro de las tantas tareas que tenemos está la
de crear una cultura alternativa y recuperar la ética popular que dignifiquen
nuestro accionar y nuestro propósito de resistencia, lucha y construcción del
socialismo, avanzando en el desarrollo integral del proceso transformador,
democrático y revolucionario.
Entendiendo este proceso de transformación de
la sociedad no solo como un hecho de gobierno, de Estado, de instituciones o económico,
sino como un proceso individual, de pensamiento, colectivo, de conciencia, de
aplicación de la cadena de afectos, del amor eficaz, de la moral de combate y
de una nueva ética cotidiana donde los conceptos tengan un nuevo, o su
verdadero sentido activo a favor de las mayorías.
Porque no puede haber en nosotros y en los
procesos una idea de una nueva sociedad basada en los antivalores capitalistas.
Por eso debemos forjar internamente, individual y colectivamente diferentes
modelos y propuestas donde se respete la naturaleza, la tierra, todas las
formas de vida, al ser humano, todas las dignidades y nuevas y mejores formas
de relacionarnos. No podemos quedarnos en lo que Marx criticaba de los
filósofos, en la mera interpretación, tenemos que avanzar en la transformación.
El neoliberalismo, el capitalismo en todas sus
formas, y el imperialismo No funcionan, no funcionan para las grandes mayorías
empobrecidas, ni para la vida planetaria, porque como dijo Carlitos Marx, “El
capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riquezas: la naturaleza y a
los seres humanos”.
Y en estos tiempos de pandemia esto está
quedando demasiado demostrado, al ver cómo han priorizado el beneficio de los
ricos, se han preocupado por cuidar la “economía” y han globalizado la pobreza,
la desigualdad, la injusticia y la muerte, los daños generados a la humanidad y
a la naturaleza está llevándonos a un riesgo que será irreversible si no
hacemos algo ya.
Los gobiernos insisten en llevarnos al
embrutecimiento total, a la intoxicación general, no quieren que hagamos el
ejercicio elemental de pensar, mucho menos de sentipensar y por ende de
existir, nos quieren borrar la memoria histórica de rebeldía. Pero nosotros nos
atrincheramos en el amor, en la alegría, en nuestros sueños y nos abrazamos a
esas mujeres y hombres ejemplares que ofrendaron y ofrendan sus vidas por la
construcción de otro mundo, llevando a buen término el desarrollo ético, de
principios, de la cultura y espiritualidad de las personas y los pueblos, con
una educación, relaciones y economía al servicio de la humanidad y no al
servicio del capital y la clase explotadora.
La salvación del planeta y la humanidad depende
de la capacidad nuestra para juntarnos, decir ¡basta!, frenar la depredación,
el salvajismo capitalista y echarnos a andar, salir a las calles, campos y
ciudades, llenar las grandes alamedas de hombres y mujeres libres construyendo
una sociedad mejor, como nos decía el eterno Salvador Allende.
Creo que estamos en un momento de volver a
soñar, de búsquedas, de volver a insistir, de pasionar, ilusionar, y avivar lo
mejor de las personas, avanzar en la fuerza individual y colectiva con
imaginación, audacia y creatividad, para que afrontemos estos tiempos y
globalicemos la rebeldía, la esperanza y el bien vivir.
Todos tenemos la obligación, mayormente los
jóvenes, de luchar, de tumbar el sistema, porque el sistema en sí es la crisis
y porque no caerá solo, de luchar contra el fascismo, contra el racismo, contra
el odio, contra el machismo, contra la educastración, contra el capitalismo
patriarcal, bárbaro y asesino, que no nos deja respirar.
No debemos fallar a la esperanza, ni al
espíritu creador de las personas, ni olvidar que tenemos un gran capital que es
el pueblo luchador, cansado de la ignominia y la injusticia, ansioso de
recuperar lo que le han usurpado, un pueblo decidido a usar todas las armas a
su alcance para hacer respetar su dignidad, sus muertos y la vida. Porque no
hay nada que alimente más el alma que hacer lo justo, hacer de nuestra
cotidianidad algo creador, algo digno, que haga que realmente valga la pena
nuestro paso por este mundo y luchar por el futuro de nuestros hijos.
Que ningún virus nos pare, que el miedo no sea
una opción, que no nos inmovilice para luchar por una vida digna, por nuestros
sueños y la revolución.
¡Amando venceremos!
Por: Hota
Desde el encierro, junio de 2020
Por: Hota | Foto: Internet