Reinventarse es estar
en movimiento continuo destrozando paradigmas, cuestionando verdades absolutas,
reglas generales, confrontando infamias. En el arte esto habita en la raíz de
su ser, en su destino creativo que resiste a la quietud, a la censura, al
chantaje de la productividad por encima del espíritu emancipador y creador.
Sin embargo, hoy cuando la pandemia hizo más visible la miseria a que estamos condenados por el modelo neoliberal, donde la vida se expropia, se etiqueta como mercancía, y luego se fía, se alquila o se vende como negocio para embargar lo poco que queda a quienes fueron despojados de condiciones de existencia mínimas, ahora se nos llama a “reinventarnos” para sobrevivir.
Así el capitalismo postuló
su selección no-natural en tiempos de pandemia; no-natural porque lo natural está
en el espíritu de la ayuda mutua y la solidaridad, y no en la competencia
postulada a través de una falsa reinvención que solo significa romper el tejido social de los grupos humanos, al fomentar habilidades para competir y sobrevivir por encima de aquellos que no fueron capaces de reinventarse
para la productividad, para recibir las migajas arrojadas por los dueños del
capital en el poder.
El discurso
capitalista de la reinvención aparece entonces como un chantaje calculado de un
experimento psicosocial, como una nueva doctrina de la superación personal donde la culpa de la miseria ocasionada por la expropiación neoliberal, la
injusticia e iniquidad provocada por quienes se aferran al poder con violencia
y muerte, recae en quienes no fueron capaces de reinventarse.
Bajo esta lógica, el
vendedor ambulante que muere de hambre o la familia que ve a su hijo fallecer
por desnutrición, el artista que se suicida, son culpables por no reinventarse,
porque no utilizaron las tecnologías de información y comunicación a su favor. Desaparece
de este modo la responsabilidad de quienes gobiernan para la acumulación del
capital, para el saqueo y expropiación en favor de la banca privada y el
Capitalismo Mundial Integrado.
El discurso de la
reinvención ha llamado a todos los sectores de la sociedad a competir. Convocatorias
y concursos se abren buscando premiar a los más aptos, los más hábiles. El
sector artístico ha sido uno de esos sectores llamados a reinventarse bajo las
lógicas del capital. Carentes de opciones acudimos a esos escenarios con total
incertidumbre, como siempre lo hemos hecho a todas las convocatorias donde los
recursos son para unos cuantos, nunca para todos.
Hoy desde diversos lugares se nos indaga sobre lo que somos, lo que hemos sido, lo que hacemos en
tiempos de pandemia en favor del arte. Y la respuesta es simple: lo que somos, hemos
realizado, y no dejamos de hacer, ha sido por la solidaridad que nos rodea y mantiene
vivos, potenciando la vida y la resistencia, para crear:
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